Los curiosos que se han arremolinado frente a la casa ubicada en el número 22 de la calle de Tepeji, en la colonia Roma, se multiplicaron ayer para tomarse la fotografía bajo la placa metálica que indica que ahí se filmó la multipremiada cinta de Alfonso Cuarón.

Desde que Roma empezó a acaparar premios en festivales europeos, la casa, entre las calles de Tonalá y Monterrey, se volvió punto de referencia para vecinos y paso obligado de los tranvías turísticos.

La fiebre ha sido bien aprovechada por Gloria Monreal, dueña de la casa, hoy por hoy la vecina más conocida de la colonia por la cantidad de entrevistas que ha dado y los videos que le han tomado.

Gorras y tacitas de peltre alusivas al filme de Cuarón, a cien pesos la pieza, han volado a grado tal que una segunda edición de las tazas se pondrá a la venta esta semana.

Estoy muy alegre, con un gusto tremendo. Cuarón nos ha dado algo precioso, señaló la dama que bien recuerda la vida infantil de los vecinos, aunque después hubo un alejamiento y no fue hasta que la encargada de locaciones de Roma se puso en contacto con ella hace un par de años que se reavivó la relación. A la par del agotamiento de mercancía, el libro de visitas ya se colmó de los comentarios de los viandantes.

Este domingo el alboroto empezó desde temprano. Adriana, la hija de doña Gloria, se encargó de poner orden al formar a los ávidos curiosos que ya cámara en ristre, o los más con el celular para la selfie, accedieron sin chistar a la petición.

Hubo quienes quisieron dar un toque más realista a su foto y a falta del Borras, el perro de la película, pidieron prestado al Taco, un cruzado del pitbul de Margarita, vecina de la calle de Huatabampo.

Hasta la escoba en las selfies

Mientras, muchas mujeres se retrataron con una maltrecha escoba como si fueran a lavar la banqueta.

La ya histórica casa, prácticamente gemela de la que los Cuarón habitaron en la acera de enfrente en 1971, fue utilizada para las escenas de fachada y del lavado del patio. Se seleccionó debido a que tiene mejor luz natural, según contó doña Gloria que le explicó Cuarón. Las escenas interiores fueron filmadas en una casa ya derruida de la colonia Narvarte.

Las molestias que causaron tres semanas de filmación quedaron en el olvido. Hoy el alboroto es tal que el vecindario se hace partícipe de los logros de Cuarón. Abel, quien desde hace medio siglo lava coches frente al Deportivo Hacienda, sale de vendedor de camotes, y Pedro, de afilador; él es hijo del que sacaba filo a los cuchillos en la época que recrea la película, quien quizás esté arrepentido por negarse a aparecer en el filme alegando que tenía mucho trabajo en el centro.

Por ahí de las dos de la tarde hubo una sorpresa y es que otro emprendedor sacó su más reciente creación: estatuillas de chocolate del Óscar, que rápidamente fueron disputadas por manos ansiosas.

En otro punto de la Roma, en la Plaza Río de Janeiro, en la confluencia de Durango con Orizaba, se instaló lo que se podría llamar la sede receptora oficial, una pantalla y parafernalia de la cinta como muebles y otros enseres, donde José Alfonso Suárez del Real, secretario de Cultura de Ciudad de México, señaló que “Roma es la mejor respuesta que México ha dado a (Donald) Trump, pues desbancó a las producciones de temas de violencia estadunidenses”.

Empuñó un guante verde de hule para lavar trastes y señaló que la cinta es un apoyo para todas y todos quienes realizan trabajo doméstico en México.

Para no ser menos, Saúl Estrada Muñoz, ex director de Banrural, afirmó que Roma ha abierto el canal de visualidad de México en el mundo entero, algo que el país necesita.

En los andadores Rafael Capistrano, quien la hizo de voceador, recordó que se confundió y realmente pensó que Yalitzia Aparicio era la verdadera nana de los niños.