Sábado 23 de febrero de 2019, p. 7
Para Abril Boliver, la exposición Ángel Boliver y el Delirium Iluminae tiene como propósitos principales crear públicos y difundir la obra de su padre.
El Centro Cultural Mexiquense Bicentenario (CCMB), en Texcoco, donde se aloja la muestra, se ubica en la zona oriente del estado de México, cuyas opciones culturales para los habitantes son escasas. Ante ese escenario social, Boliver, curadora de la muestra, afirma que se ha llevado una sorpresa grata
, cuando –al grabar un video que realizó sobre el montaje– vio cómo interactuaban los visitantes con cada pieza: Se acercaban a la obra, hablaban y señalaban; eso me conmovió
.
En entrevista con La Jornada, Boliver señala que entiende que es muy difícil recibir esta exhibición cuando no has tenido tanto acercamiento
con la cultura.
Acota que este proyecto tiene obras que pueden trastocar a todo tipo de público. Fácil no es, pero sí tiene puertas
a sus mundos creativos.
Interesada en dar a conocer el legado de Ángel Boliver, Abril apunta que ha visitado el lugar para explicar la obra de manera pedagógica. En esa zona es necesario que los artistas estén presentes, que vayan y platiquen; que se acerquen a la gente, no sólo al poeta, al filósofo o al pintor, sino al ser humano. Es una conjunción. Tenemos que trabajar para crear público
.
Ángel Boliver y el Delirium Iluminae: su creación pictórica se inauguró por primera vez en 2018, integra títulos que pertenecen a todas las etapas del artista –divididas en 10 núcleos temáticos para la muestra– y resultó en un libro.
Experiencias oníricas
Abril Boliver es albacea del artista y poeta Ángel Boliver (Durango, 1926 - Ciudad de México, 1993). En cada momento que lo evoca, o a su obra, lo hace con remembranzas.
Por ejemplo, el primer recuerdo que llega a su mente es cuando tuvo que acceder al estudio de su padre inmediatamente luego de su muerte. Describe la imagen como sacada de cuento fantástico.
“Él había muerto; yo tenía las llaves de su taller y sin saber qué hacer sólo pensé: ‘Me explicas, padre, porque no entiendo’. Él tenía cerraduras por todos lados. Junté las llaves que estaban en el estudio; eran cerca de 200. Me senté afuera y había encontrado ciertas obras, en el estudio, en la casa del árbol, y pensé: ‘aquí nos está faltando la Naturaleza de las granadas. Volteo y me encuentro con una chapita, voy por las llaves y, mágicamente, como en Ali Babá, de las 200 tomo dos, la meto y da la vuelta.
En el dolor de no tenerlo en ese momento, en la alucinación de la pérdida, siento una presión en el hombro, y entonces veo que no da vuelta, porque tenía un sistema de poleas renancentista que yo conocía; meto la segunda llave, le doy vuelta y cuando se abre me encuentro con otra puerta. Alzo la mano derecha, tomo un ganchito, jalo el cordón, meto la primera, abro la puerta y me encuentro con una pequeña bodega de lámina a la que se le colaba el sol, llena de telarañas, entonces aquello era como una lluvia de luz. Hallé gran cantidad de obras y de escritos.
Su primer impulso fue fotografiar y registrar todo. En la bodega había 3 mil 456 obras. Agrega que las 129 elegidas para ser expuestas en el CCMB son una muestra importante, pero pequeña, de lo polifacético que fue su trabajo
. Además se expone el mural Abstracción del mito.
La muestra permanecerá hasta el 8 de marzo. El 28 de febrero a las 17 horas se dará a conocer la publicación del proyecto que surgió de este ejercicio de curaduría. En la presentación participarán el director del Museo Casa Estudio Diego Rivera, Luis Rius; la maestra Cecilia Santa Cruz, directora del Salón de la Plástica Mexicana, y Javier Contreras Villaseñor, investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes.