l poeta Carlos Pellicer murió el 16 de febrero de 1977. Cuatro meses antes, el 21 de octubre, tres delincuentes entraron a su casa con un fin único: apoderarse de los 10 óleos del paisajista José María Velasco, que tenía y calificaba de uno de sus tesoros más preciados. Estaban valuados en ese entonces en 10 millones de pesos.

Los asaltantes separaron las pinturas burdamente de los marcos: cortándolas con una filosa navaja. Todo indica que fue un robo por encargo. En un principio las malas lenguas lo atribuyeron al entonces presidente Luis Echeverría Álvarez. El paso del tiempo mostró que no era verdad.

El robo lo denunció el propio Pellicer a Echeverría, quien prometió hacer hasta lo imposible para detener a los delincuentes y recuperar los cuadros. Hasta hoy siguen ‘‘desaparecidos’’.

Quien ordenó ese robo supo pronto que las obras de Velasco no las podría exhibir públicamente. Y tampoco en su casa. Por eso años después en México se ofrecieron en venta sin ningún éxito. Pero siguen en el mercado, apareciendo y desapareciendo misteriosamente en varios países europeos.

La noticia más reciente sobre dichas obras es que una importante galería de Berlín las puso en venta y que un coleccionista ofreció adquirirlas. Pero exigió como condición los documentos que acreditaran su autenticidad. No se los pudieron dar, pues la denuncia del robo sigue vigente.

A los herederos del poeta lo único que les interesa es recuperar los óleos de Velasco para entregarlos a las autoridades correspondientes a fin de que se integren a nuestro patrimonio cultural.

México tiene convenios con la Interpol, principal agencia internacional de investigación de delitos. Ésta tiene una sección dedicada a la recuperación de arte robado. A petición expresa del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien como el poeta Carlos Pellicer nació en Tabasco, la Interpol podría reiniciar las pesquisas para localizar y traer de regreso al país tan preciadas obras.