l Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) ha desatado una intensa campaña propagandística en defensa de sí misma (yo he recibido por lo menos una veintena de informes
no solicitados en mi correo) a partir de autoproclamarse una serie de ilimitadas virtudes, sin mostrar el menor atisbo de reflexión y análisis sobre los difíciles procesos que desató a partir de su encumbramiento como organismo responsable de evaluar a los maestros. Dice su actual presidenta que “a causa de una supuesta percepción –de que fue un instrumento persecutor para el magisterio– respecto de la cual no hay evidencia alguna. (La Jornada, Laura Poy: Riesgo de pasar de una evaluación ‘punitiva a una a modo: Bracho’, 17/2/19)”, se estaría desvirtuando su participación (responsabilidad) en las evaluaciones. El cinismo que demuestra esta afirmación debería ser suficiente para cualquier persona que de manera honesta reflexione sobre los problemas educativos, para sopesar la necesidad real de desaparición del INEE.
Un juego perverso hace la señora Bracho para ocultar el grado de responsabilidad que tiene el INEE en todo el proceso. Un intento al estilo de Poncio Pilatos. ¿Quién propuso, aprobó y operó la aplicación de las fases de evaluación?, ¿acaso se diluye la responsabilidad de la SEP, SPD e INEE? El INEE y sus conocidos expertos
aprobaron y defendieron todos los elementos que conllevó la evaluación. El INEE repite y promueve todos los conceptos eficientistas, tecnocráticos y estandarizadores de la educación neoliberal y avala una evaluación a modo propuesta por la OCDE, el BM y el gobierno. Vale la pena recordar que junto con los empresarios, incluso se opusieron públicamente a que la SEP pospusiera la evaluación para atender
algunos problemas técnicos
en noviembre de 2015. Nunca se había dado una simbiosis conceptual tan estrecha entre empresarios y académicos.
¿Acaso el INEE podría ser ajeno al estado de excepción laboral que la Ley del Servicio Profesional Docente acarrea para los maestros, al convertirlos en trabajadores eventuales sujetos a una arbitraria evaluación estandarizada? Ley que a la letra dice: que los maestros que no se presenten a la evaluación y “en los casos de quien no se incorpore a los programas de regularización o no alcance los resultados suficientes (…) se darán por terminados los efectos del nombramiento correspondiente sin responsabilidad alguna para la autoridad educativa”. Al respecto se presentaron cientos de miles de demandas jurídicas que fueron rechazadas y hasta la fecha hay profesores despedidos. ¿Acaso el INEE es ajeno a todo el despliegue policiaco represivo que se montó para obligar a los maestros a asistir a la evaluación? ¿Acaso el INEE es ajeno a los múltiples errores técnicos
, entre los cuales el hecho de que no existiera ninguna garantía de que cientos de evaluadores y tutores preparados de corre-corre
pudieran realmente cumplir con lo estipulado, sobre todo para la segunda fase de evaluación? ¿Acaso el INEE es ajeno a la enorme diversidad del SEN y a la intención de homogeneizarlo mediante pruebas estandarizadas que aprobaron? ¿Acaso el INEE es ajeno a la desprofesionalización del magisterio y denostación de las normales?
En todo esto hay criterios sumamente sesgados que permitieron precisamente “una evaluación a modo “, con la cual el INEE estuvo totalmente de acuerdo y la cual reforzó aportando el prestigio experto
de su falsa autonomía. El propio Guevara Niebla, a bordo del INEE, señaló las limitaciones del organismo frente a los intereses administrativos predominantes de Nuño impuestos sobre el proceso, sería ilustrador que hoy profundizara al respecto desde su nuevo puesto.
Martínez Rizo al frente del INEE-no-autónomo señaló las deformaciones de una evaluación vinculada al estímulo monetario, a lo cual ahora se añade la vinculación punitiva y el reforzamiento del aspecto mercantil (se otorgaron incluso créditos preferentes a los idóneos). El trabajo más constante del INEE ha sido el de producir una estadística educativa constante, sin embargo poco o nada influye la realidad que nos arroja sobre su empeño evaluador: las terribles condiciones en que laboran la mayoría de los maestros, en escuelas multigrado, con plazas de horas en diferentes escuelas, con dos y tres salarios mínimos, con salones sobrepoblados, etcétera, no son tomadas en cuenta. Para ello han construido un aparato que ha consumido varios miles de millones de pesos, que bien podrían haber resuelto alguno de los problemas de la enorme desigualdad imperante en el SEN.
El INEE y todos sus expertos han empobrecido, estandarizado, mercantilizado y despojado a la educación de su principal sentido humano: la creatividad, no en balde señala Giroux que los neoliberales han convertido a las escuelas en zonas muertas de la imaginación. La educación, que es un espacio donde se deben construir utopías y esperanzas individuales y sociales, es ahora una escalera meritocrática donde se compran certificaciones. Como señala Jurgo Torres: la excelencia
educativa ha llevado a la des-socialización de la esencia del proceso educativo.
*Investigadora de la UPN.
Autora de El Inee