Advierten colapso de la industria
El cierre de la estatal Ocean Garden afectó al sector, dicen empresarios
El precio del combustible termina por dejar los barcos atracados en los puertos
Piden los afectados al gobierno federal un salvavidas antes de que zozobren y desaparezcan
Miércoles 13 de febrero de 2019, p. 33
Mazatlán. En la declinante pesca del camarón en el Pacífico, el problema tiene un nombre: combustible. Su precio se ha duplicado en los pasados dos años y hace incosteable para las embarcaciones de altura salir a capturar una especie que, para colmo, es cada vez más escasa.
Un navío de alta mar mide entre 70 y 80 pies y lleva en promedio siete tripulantes, que cobran 25 por ciento del valor de captura. Ahora, cuando aún faltan algunas semanas para el cierre de temporada, 80 por ciento de la flota de Sinaloa ya está atracada.
Esto se refleja en toda la cadena de la industria: empacadoras, astilleros, refaccionarias, rederos
... la economía local vinculada con la pesca está en crisis. Y se aprecia por doquier.
La captura ribereña y la de altura han disminuido su peso en la producción nacional frente al crecimiento de las granjas acuícolas.
Lejos de los récord
Según la Carta Nacional Pesquera, hasta 2016 entre Sonora y Sinaloa lograron un promedio anual de 30 mil toneladas de camarón de captura. La cantidad récord se obtuvo en 2011-12, con 53 mil 347 toneladas.
“La industria del camarón está en declive. Desde que se vendió la estatal Ocean Garden y con la sobrexplotación, el sector se ha venido abajo. En los dos años anteriores el costo de pescar se ha duplicado y se perdió totalmente la utilidad. No hay empresa que no tenga adeudos. Con el aumento del combustible también se han elevado otros precios: provisiones, redes, aceros, cables, aceites, paño....’’, coinciden representantes de las armadoras.
Alto costo en altamar
¿Cuánto cuesta a un barco trabajar en altamar?, pregunta Humberto Becerra Batista, presidente de la Cámara Nacional de las Industrias Pesqueras y Acuícola (Canainpesca). Saca papel y pluma: 35 mil litros de combustible a 18.70 pesos (con subsidio) son 654 mil pesos por viaje. A esto se suman: maquila, 45 mil pesos; provisión, 30 mil pesos; Infonavit y Seguro Social, 20 mil pesos, y entre agencias y papeleos oficiales, 4 mil pesos. En suma, 953 mil pesos.
Pues hay otros costos: el mantenimiento de la embarcación, unos 300 mil pesos anualmente, reparación del equipo de pesca, 150 mil pesos, más los arreglos mecánicos.
En contrapartida, en diciembre un ‘’buen viaje’’ de 10 días para obtener tres toneladas de camarón de exportación reportaba 540 mil pesos, más una tonelada de la especie coctelera, 120 mil pesos. En total, 660 mil pesos de ingresos.
A estas alturas de la temporada, difícilmente un barco logra ya cuatro toneladas. El cambio climático, la alteración en la temperatura del agua y otros factores inherentes han reducido los bancos de camarón en las zonas cercanas a Mazatlán y es necesario ir cada vez más lejos para encontrar el crustáceo.
Las cuentas no salen para los pescadores. Los ribereños y los de alta mar se acusan mutuamente de “invadir’’ las zonas exclusivas. Las historias se mezclan y cada cual dice tener la verdad.
Hemos saqueado la especie
, admite Lucinda Sandoval, diputada federal por Morena y presidenta de la Subcomisión de Pesca Ribereña.
Y Becerra argumenta: “el mar se ha sobrepoblado. La industria pesquera está colapsando y la primera es la del camarón. Es urgente que el gobierno entre al rescate de esta flota. Es un auténtico estado de emergencia’’.
Para ilustrar, los integrantes de la Unión de Armadores del Litoral del Océano Pacífico muestran los muelles de Mazatlán: un cuadro de barcos atracados, abandonados.
Mejor nos regresamos
Curtido por el sol y por el oficio, Rafael Montoya, patrón del Andrés I, reseña: “Nos fuimos el 13 de enero a la zona de Altata/San Lorenzo, con 10 mil litros de combustible. Hicimos lances durante 10 días, 12 horas diarias y apenas logramos unos mil 200 kilos de camarón. Este era apenas nuestro tercer viaje en la temporada, pero el volumen no hacía costeable seguir allá, y nos regresamos’’.
Mientras él habla, lo escuchan y complementan la versión, entre otros, Rodolfo Valdez, redero, y Roberto Rubio, motorista de embarcaciones. “Estamos mal. Hemos trabajado menos por lo caro del combustible. Hay poca pesca, cada año ha ido disminuyendo entre 10 y 20 por ciento’’.
Con todo, y al ser éste su único ingreso, aún guardan esperanzas: “A ver si viene una marea mejor. Vamos a apostar de nuevo. Esto se rige por la Luna: en cuarto creciente zarpamos para que ya la Luna llena nos agarre en alta mar; eso favorece la presencia del camarón. Pero los tiempos están muy cambiados’’, dice Valdez. Y lamenta otros escollos: cada día cuesta más trabajo conseguir mano de obra. Los jóvenes ya no se sienten atraídos por la pesca y los robos y la piratería en alta mar son constantes.
Por si fuera poco, este año no han salido aún las reglas de operación para la entrega del subsidio al diésel (de 2.90 pesos, para quedar así a 18.7 pesos por litro) y por tanto las tarjetas para su suministro están bloqueadas y tienen que pagarlo al precio comercial.
“La autoridad nos hace eso, ¡en plena temporada de pesca!’’. Y todavía para hacerlo válido nos piden programas, cursos y la misma información de cada año. Esas tarjetas ya no podrán usarse en este ciclo y, además, con lo del robo de combustible ya casi ningún distribuidor nos fía’’.
Empacadoras en crisis
Como efecto de esta debacle, las empacadoras de camarón pasan cada vez más tiempo inactivas. Y con ello las mujeres cuya destreza se requiere para su clasificación y empacado manual.
Ellas sólo trabajan cuando existe suficiente producto para hacer rentable la planta. Frente a otros años, de seis días de labor a la semana, en éste vienen sólo un día.
Rafael Carrillo Salomón, vicepresidente de la Unión de Armadores, tiene la frase que resume el fenómeno: “La pesca de captura es la más olvidada del sector primario en México’’.