Lunes 11 de febrero de 2019, p. 21
Moscú. La economía rusa no atraviesa una coyuntura favorable al derroche, pero la fabricación de armamento –a costa de cargar a la población la cada vez más pesada factura– es una de las prioridades del Kremlin en aras de mantener el equilibrio estratégico con Estados Unidos, cuando aquí se empieza a percibir que, desde la renuncia de Washington al tratado INF de eliminación de misiles de corto y mediano alcance, es casi inevitable una nueva carrera armamentista.
La reciente detención, bajo sospecha de corrupción, de dos de los máximos responsables de centros de investigación del sector militar de Rusia puso de relieve que el diseño y fabricación de nuevo armamento nuclear es una suerte de mina de oro, que no beneficia por igual. Hay dos tipos de directivos: los que hacen negocios a la sombra de respaldo político de alto nivel y, por tanto, gozan de impunidad, y los otros, que reclaman su tajada del pastel y acaban en la cárcel.
Palabras más, palabras menos esto podría servir de resumen de lo que sucedió con Aleksandr Gomzin, constructor jefe de la oficina de diseño OKB Simonov, y Serguei Chvarkov, subjefe de la Academia Militar del Estado Mayor del Ejército a cargo del área de investigación, acusados de utilizar gogolianas almas muertas, para encarecer los presupuestos y repartirse el dinero por trabajos inexistentes.
Con la intención de salvar el honor de los detenidos saltaron al ruedo de las declaraciones los doctores Valeri Vijrov y Konstantin Sivkov, vicepresidentes de la Academia Rusa de Misiles y Artillería, quienes afirman –en una publicación especializada, el Correo Militar-Industrial– que los creadores de las superarmas que tanto necesita Rusia se ven obligados a recurrir a almas muertas, al dar a entender que no reciben la debida recompensa monetaria.
Justifican: las almas muertas, investigadores de renombre que figuran en la nómina y no participan en los proyectos, contribuyen a incrementar el financiamiento público, el dinero se ingresa en el fondo salarial y se reparte de manera justa entre todos los que sí intervinieron, sin excluir a quienes sólo prestaron su apellido.
Infringir la ley, sin duda, es un delito. Pero la misma debe corresponderse con las realidades de la vida, ayudar y no entorpecer el desarrollo. Y si la ley crea condiciones que para cumplir las tareas del Estado es necesario eludir la ley, hay que modificarla por inoperante
, reflexionan los solidarios académicos.
No todos están descontentos con sus ingresos o se sienten infravalorados en el Complejo Industrial-Militar de Rusia. Tenemos el caso, por citar uno de los más exitosos, de Boris Obnosov, director general de la corporación Armamento Táctico de Misiles, a cargo de diseñar y fabricar, entre otras armas, el bloque hipersónico Avangard (Vanguardia), cuya exitosa prueba presentó al mundo a finales del año pasado el presidente Vladimir Putin.
Llamado extraoficialmente el asesor de misiles
del mandatario ruso, Obnosov reportó con genuino orgullo que la corporación obtuvo el año anterior ganancias por el equivalente de 7 mil 273 millones de pesos.
Lo que no dijo Obnosov, y reveló en noviembre el periódico Novaya Gazeta, es que casi todas las compras de insumos que realiza la corporación tienen que ver con una pequeña y poco conocida empresa TRV-Inzheniering, que hasta 2017 se llamaba Casa Comercial Zvezda-Strela.
Dirigida por Olga Zorikova, joven que aún no alcanza los 30 años, amasa su fortuna con las jugosas comisiones que deja manejar miles de millones de rublos del presupuesto federal y que le permiten invertir en otros negocios. Empezó a enriquecerse a los 23 años, cuando Obnosov le dio la exclusiva de suministrar, sin licitación alguna de por medio, todo lo que necesita la corporación: reconstrucción y modernización de los talleres de producción; tornos importados para cortar metales con láser y otras máquinas herramienta; montaje de redes de fluido eléctrico; tubos y lámparas; filtros de aire; cables y diferentes tipo de metal; alambre de púas; entre muchas otras cosas que pueden necesitar las decenas de empresas que forman parte de la corporación.
Zorikova, denunció Novaya Gazeta, es hija de Obnosov y prefiere llevar el apellido de su marido, Rostislav. Este, continúa el periódico, también hace negocios con el suegro y es socio de Iván Sadchikov, yerno de Serguei Prijodko, durante más de 10 años presidente del consejo de administración de la corporación de Obnosov, que debería de velar por los intereses del Estado.
Prijodko, ahora en un cargo de segundo nivel en el gobierno, era viceprimer ministro de Rusia cuando el año pasado protagonizó, en las costas de Noruega, el escándalo de la escapada con prostitutas en uno de los yates del magnate Oleg Deripaska.
Obnosov, a través de la tapadera Licitare Limited, registrada en Chipre, prefiere privatizar algunas de las empresas que forman parte de su corporación, incorporando como socios a los directivos que se declaran en quiebra, publicó con ejemplos concretos Novaya Gazeta, sin que ninguna autoridad haya considerado digna de investigar la denuncia periodística.
Como la mujer del César, el padre
del armamento hipersónico que tanto le gusta presumir al titular del Kremlin está por encima de toda sospecha.