Sábado 9 de febrero de 2019, p. 4
El historiador Alfredo López Austin conversó con bailarines del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) participantes en el montaje de Omphalos, del coreógrafo belga-francés Damien Jalet, en la charla Una historia cósmica contada en el ombligo.
Durante el conversatorio Entre la danza y la antropología, efectuado en el aula magna del Centro Nacional de Artes (Cenart), el investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México aludió al axis mundi o eje del mundo noción que abordó esa obra que se estrenó en México el pasado octubre.
Sobre su trabajo, Jalet explicó el año pasado que trata de ‘‘escarbar esas ideas tan antiguas y conectarlas con el mundo contemporáneo. Encuentro realmente fascinante la observación del cosmos y de dónde vienen las nociones del tiempo”.
¿Dónde está el ombligo?
López Austin, luego de felicitar a los bailarines por su ‘‘extraordinario papel” en ese montaje y el ‘‘bello recuerdo que nos han dejado”, se refirió a la idea del centro del mundo del historiador de las religiones Mircea Eliade: está en todo el mundo.
‘‘El ombligo está según el que cree que está en su propio pueblo y muchas veces en el atrio de su iglesia y, muchas veces, en la cruz que está colocada ahí, porque es nada más que el árbol cósmico (…) En realidad es el eje, el axis mundi por el que circulan todas las cosas: el frío y el calor, básicamente la contradicción, las almas de los muertos; por ahí viene el linaje de los ancestros y de gobierno.”
Propuso como inicio el ‘‘problema del dios único y la imposibilidad de su conocimiento, pues es difícil para la mentalidad indígena pensar que puede existir un ser único y ser el origen del movimiento, del tiempo y el espacio, ideas básicas en cualquier filosofía y religión”.
Estas nociones, añadió, ‘‘exigen que cuando menos existan dos elementos cuya relación se pueda medir en tiempo, movimiento y espacio. La solución para ellos fue: este dios existe en dos personas, dios padre y diosa madre, ya hay dos elementos que aparte de todo son opuestos y complementarios.
En poco menos de dos horas disertó sobre ‘‘la oposición complementaria que inicia el tiempo, espacio y movimiento, además de la tremenda reproducción de los hijos de aquella pareja inicial: 400 según los textos nahuas, y para los mayas 400 de arriba y 400 de abajo, cantidad que significa muchos. Aparte de ellos vendrán sus reproducciones, o sea, sus criaturas”.
El especialista en la cosmovisión mesoamericana sostuvo que en algún momento ‘‘los dioses entraron en el ciclo de la existencia, parte arriba y parte abajo, en la superficie y en el inframundo. Es como viven los dioses y como vivimos sus criaturas”.
Además de tales espacios, según este pensamiento, ‘‘existe el centro del mundo, una gran montaña que es propiamente el centro paridor, el monte sagrado o florido: el axis mundi. Es una parte intermedia donde todo se acomoda todos los días. Ahí se preparan los dioses para salir al mundo”.
En esta dualidad ‘‘todo, desde arriba hasta abajo, está transitado por dos corrientes que son enemigas: la corriente fría, femenina, que siempre va hacia arriba; la corriente de fuego, masculina, que siempre va para abajo. No se mezclan, se repelen y van formando el movimiento.
‘‘Como ciclo no hay parte positiva ni parte negativa. No hay la concepción del bien y el mal de otras religiones. Hay cosas buenas, hay cosas malas, pero todo es relativo. Es una moral sumamente práctica, humana. No hay premio de cielo e infierno. No hay nada de eso. Es ciclo. Una cosa no puede existir si no es movimiento, si no es creada de su opuesto complementario”, explicó Alfredo López Austin.