yer se cumplieron 38 años del inicio del paro magisterial nacional que en 1981 estalló en reclamo de las demandas seculares de los docentes mexicanos: profesionalización, dignificación de las instalaciones escolares, fin de la asignación facciosa de plazas y, ante todo, la democratización de la vida sindical. Tres días antes, había sido asesinado uno de los más importantes animadores y organizadores del movimiento magisterial democrático de la época, el profesor Misael Núñez Acosta, nacido en una familia campesina de Hidalgo y formado en normales rurales de dicha entidad y del estado de México.
El atentado contra Misael Núñez parece resumir la historia de las relaciones entre el charrismo sindical y los líderes y movimientos independientes: tras reiterados e infructuosos intentos de cooptación, alguien contrató a tres pistoleros para que disparasen contra Núñez cuando éste participaba en una asamblea con padres de alumnos y colonos que apoyaban a los maestros en Tulpetlac. Desde entonces, se ha señalado como responsables intelectuales del crimen a dirigentes de la sección 36 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en la cual Misael desarrollaba sus labores docentes y de activismo.
Pese a que los autores materiales fueron aprehendidos, se fugaron al poco tiempo y las autoridades que debieron dar seguimiento al caso se desentendieron con velocidad semejante. Tampoco se llevó a cabo esfuerzo alguno por investigar la posible implicación de integrantes del comité nacional del SNTE, no obstante que los homicidas confesaron que fueron contratados por personajes vinculados a éste.
Dicha estela de impunidad refleja, a su vez, el histórico amasiato entre el sindicalismo antidemocrático y el Estado mexicano, pues la serie de pifias y negligencias que llevaron a que el crimen –en el cual también pereció un obrero y otro docente fue gravemente herido– se saldara con total impunidad no se explica sin la complicidad activa o pasiva de las más altas instancias de procuración de justicia.
Transcurridas casi cuatro décadas de uno de los golpes más emblemáticos contra el empeño democratizador del quehacer magisterial, cabe esperar que el cambio de actitud gubernamental hacia la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, fundada por Núñez Acosta, lleve a un giro en el tratamiento del crimen y a su esclarecimiento final.