En un acto público también se reconoció a México por su política de asilo al exilio español
España nos honra de nuevo, expresó conmovido el nieto de Ignacio Bolívar, entomólogo que se refugió en México en 1939, en el homenaje que se les rindió en la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de ese país.Foto Armando G. Tejeda
Jueves 31 de enero de 2019, p. 3
Madrid. Con este acto de desagravio España nos honra de nuevo
, aseguró muy emocionado y con la voz entrecortada Antonio Bolívar Goyanes, nieto de Ignacio Bolívar, uno de los siete científicos españoles que sufrieron represalias de la dictadura franquista en mayo de 1941.
Casi 80 años después de que se embarcaron en un vapor para cruzar el Atlántico y tomar el rumbo del exilio –que impidió a seis de ellos volver a pisar su tierra–, el Estado español no sólo les rindió un homenaje en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales –de la que eran socios numerarios–, sino también recordó su legado con un acto público presidido por la vicepresidenta del gobierno, la socialista Carmen Calvo, quien advirtió que la memoria histórica es una especie de brújula para saber los rumbos del presente y del futuro
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En el pleno de la academia, en un salón abarrotado por los socios numerarios, autoridades educativas y científicas y algunos familiares de los desagraviados, se llevó a cabo la ceremonia que expuso con nitidez y crudeza la brutalidad de la represión franquista, pero también sirvió para exhibir con orgullo y agradecimiento la política de acogida desarrollada por el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas, quien abrió las puertas del país a miles de refugiados republicanos españoles.
Siete de las mentes más brillantes de la ciencia española del siglo XX (Ignacio Bolívar y Urrutia, Blas Cabrera y Felipe, Honorato de Castro y Bonel, Pedro Carrasco Garrorena, Enrique Hauser y Neuburger, Emilio Herrera Linares y Enrique Moles Ormella) tuvieron que salir del país tras el triunfo del bando fascista en la guerra civil (1936-1939) y todos ellos –con excepción de Enrique Moles, que murió en España después de pasar dos años de cárcel– nunca más pudieron volver a pisar su tierra.
Cuatro murieron exiliados en México, pero se desarrollaron en sus áreas científicas, otro más en Francia y uno en Ginebra. A todos ellos el régimen franquista les retiró su condición de miembros de la academia, a pesar de que algunos, como el propio Bolívar o Blas Cabrera, fueron fundadores y contaban con la medalla número dos.
El primero en tomar la palabra fue el presidente de la academia, Jesús María Sanz Serna, quien se refirió a las virtudes académicas de cada uno de los sabios represaliados y defendió la idea de que este acto sirva para señalar la manifiesta injusticia con que fueron tratados durante décadas
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Después, el ministro de Ciencia y Tecnología, el astronauta Pedro Duque, advirtió que estos siete científicos se tuvieron que marchar por una guerra que no sólo segó miles de vidas, sino que supuso el fin de la edad de plata de la ciencia española y de tantas otras cosas. Pero su ingenio universal, el de todos ellos, lo supieron aprovechar otros países, sobre todo México y Francia, que acogieron a miles de españoles.
Por eso, añadió el ministro, el de hoy es un homenaje merecido que ha de servirnos no sólo para reconocer la labor de estos científicos, sino para reconocer el valor de la ciencia y la innovación para el futuro de un país. Que no olvidemos nunca estos valores y que no tengamos que volver a pasar por estos años de penuria
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Después tomó la palabra Antonio Bolívar Goyanes, el nieto menor del entomólogo que huyó de la guerra rumbo a México con 89 años, y reconoció la profunda emoción y alegría que siente su familia por este acto de desagravio. De hecho, en la sala estaban presentes un bisnieto y tres tataranietos del científico español. Tres generaciones de la saga Bolívar, que en su mayoría decidió arraigarse en México.
La generosidad de México
“Cuatro de los siete se exiliaron en México, como muchos otros compatriotas de todas las profesiones y oficios y sus familias, gracias a la generosa invitación del presidente Lázaro Cárdenas, que nunca dejaremos de recordar y agradecer. Ahí pudieron continuar sus actividades hasta el final de sus días y ahí fueron sepultados.
Su quehacer profesional, unido al de otros españoles, fue de importancia trascendental para el país adoptivo
, señaló Bolívar, quien destacó como principal aportación en el área científica del exilio español la creación y el sostenimiento durante 36 años de Ciencia, revista hispanoamericana de ciencias puras y aplicadas.
Después de leer un fragmento del poema de Pedro Garfias Entre España y México, que escribió cuando él mismo partía hacia el exilio en el buque Sinaia, Bolívar señaló: En nombre de mi familia, representada aquí por tres generaciones distintas, devuelvo como era obligado hacerlo la medalla número dos de la academia, que le fue asignada hace 100 años a Ignacio Bolívar. Pensamos que con este hecho simbólico, los siete científicos agraviados vuelven hoy a esta casa en pie, con la frente en alto y la mirada serena. España nos honra de nuevo
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Para cerrar la ceremonia tomó la palabra la vicepresidenta Calvo, quien ha sido además una de las principales defensoras de la reparación de la memoria, y reconoció que este es un acto de justicia que llega tarde, muy tarde. No hay paz sin justicia. Nadie nos puede obligar a no recordar para no restituir, para no saber lo que ocurrió. Nadie nos podrá obligar a esta renuncia y no lo haremos
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Y extendió de nuevo su agradecimiento a México: Rendimos en su momento un homenaje de gratitud al presidente Cárdenas, porque salvó una parte importante, siendo todas las vidas iguales, de lo mejor que había producido la ciencia y la cultura española. Muchos pensamos a título cívico que no nos hemos recuperado todavía de aquella descapitalización, de aquel déficit en el que nos tuvimos que desprender de ese capital importante
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Y finalmente aseguró que con este acto reconocemos, restituimos su honor y su memoria. Se llama poder cerrar las heridas con la verdad, sólo así quedarán cerradas y sólo así seremos entre todos capaces de trazar un futuro donde esta negrura no vuelva. Nunca estamos a salvo de sostener los valores humanos que entrañan los valores democráticos. Defendámoslos en todas las posiciones posibles, pero una de ellas tiene que ver con la memoria histórica, porque es la memoria desde la que recibimos lecciones importantes, porque es una suerte de brújula para saber también los rumbos del presente y del futuro y en ello no pararemos.