Lunes 28 de enero de 2019, p. 4
En agosto de 2008 la vida se transformó de manera radical para María Herrera Magdaleno y su familia. Sus hijos Raúl y Salvador, de 19 y 24 años de edad, respectivamente, fueron desaparecidos en Atoyac de Álvarez, Guerrero.
La desgracia familiar apenas comenzaba. Dos años después, en septiembre de 2010, en Poza Rica, Veracruz, Luis Armando, entonces de 24 años, y Gustavo, de 28, sufrieron la misma suerte que sus hermanos. Desde entonces, los Trujillo Herrera han mantenido una incansable lucha por la justicia, pues cuatro de los ocho hijos de doña Mary fueron víctimas de ese delito.
Como muchas familias en Pajacuarán, Michoacán, los Trujillo Herrera se dedicaban a la compraventa de oro y otros metales. El 28 de agosto de 2008, Raúl y Salvador, junto con cinco empleados, realizaron un viaje de negocios a Oaxaca. Antes de regresar a su comunidad, se detuvieron en un bar llamado El Diamante, en Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Raúl sostenía una relación con una bailarina del bar apodada Orquídea. Horas antes de su llegada al antro, ocurrió un enfrentamiento armado entre grupos de narcotraficantes por la disputa en la zona. Hubo varias víctimas, entre ellas la familia del jefe de plaza, Rubén Granados Vargas, El Nene, por lo que se habría ordenado levantar a todas las personas que le parecieran sospechosas.
Investigaciones hechas por la familia apuntan a dos posibles hipótesis de la desaparición: que Orquídea y Teresa, dueña del bar El Diamante, habrían orquestado un robo contra los Trujillo, o que el grupo delictivo Los Pelones haya ejecutado el crimen en revancha, pues cuando los hermanos y sus empleados llegaron al bar, la novia de Raúl abandonó a un cliente –probable integrante de esa organización criminal– para irse con él.
Doña Mary y sus hijos entregaron esa información a las autoridades estatales, y lejos de apoyarlos, el caso estuvo estancado, e incluso fueron hostigados por los presuntos criminales. Sigueron contratando a investigadores privados, pero ante ese incidente, prefirieron llevar los descubrimientos ante la entonces Procuraduría General de la República (PGR).
Dos años después, los recursos para la búsqueda de las víctimas se agotaban, por lo que Gustavo y Luis Armando decidieron retomar el negocio de la compraventa de oro y otros metales, hasta que el 22 de septiembre de 2010 corrieron la misma suerte que sus hermanos y fueron desaparecidos en Poza Rica, Veracruz, junto con un primo y un sobrino, al ser detenidos en un retén militar para una inspección de sus pertenencias
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Así, María Herrera y el resto de sus hijos han luchado por la verdad y la justicia. En 2011 se unieron al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Un año después formaron la Red de Enlaces Nacionales, que coordina organizaciones de familiares de desaparecidos de distintos estados. Además, crearon la asociación civil Familiares en Búsqueda María Herrera, que ha realizado cuatro brigadas para localizar a sus parierntes en diferentes entidades.
El 24 de junio de 2011 la Unidad Especializada en Investigación de Secuestros de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, de la PGR, inició una investigación por la posible comisión de los delitos de delincuencia organizada y privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro contra los hermanos Trujillo Herrera. Sin embargo, hasta ahora el caso está en la impunidad y se desconoce su paradero.