Una vez más, El luto humano
na serie de hechos recientes obliga a reflexionar sobre la difícil tarea de dejar atrás conductas, actitudes y atrocidades que se creían superadas. En Estados Unidos, un señor insiste en levantar un muro más entre dos naciones, más propio del medioevo, y para lograrlo ha sido capaz de paralizar más de un mes las actividades del gobierno del país más poderoso del orbe.
En Francia, un gobierno que busca una solución humanitaria a las interminables migraciones en el mundo se tambalea, producto de protestas que buscan preservar derechos sociales, cada vez más difíciles de financiar. En Alemania y Austria, las amenazas de las hordas fascistas insisten en refrendar los más atroces crímenes cometidos contra la humanidad. En Hungría y Polonia asoma la regresión al oscurantismo más pedestre, propiciada por sus gobiernos.
Y ahora, en América Latina, Venezuela reclama con urgencia cordura en el gobierno y la revisión profunda de su proceso democrático por la vía constitucional, no por la violencia de un golpe de Estado o la intervención extranjera, que presagian una guerra civil entre hermanos. En este caso es preocupante la abrupta intromisión de Donald Trump apoyado por el senador Marco Rubio, quienes no han aprendido que en Guatemala en Chile ni el resto de Latinoamérica los golpes de Estado, contrario al auspicio de la democracia, han abierto la puerta a las violaciones más atroces de los derechos humanos. En la disputa por el petróleo venezolano, igual que por el cobre en Chile y las plantaciones plataneras en Guatemala, la distribución de la riqueza que se derive de su explotación, debe ser asunto exclusivo de la sociedad venezolana en su conjunto, sin mediar los intereses de corporaciones extranjeras.
Extraña la actitud de quienes en nuestro país han olvidado la vigencia de la Doctrina Estrada de no intervenir en asuntos internos de otras naciones en momentos en que el señor Trump, el mismo que habla de democracia pero aplaude los excesos de Duterte en Filipinas, ha tratado de intervenir en temas que sólo competen a los mexicanos; uno, la definición de su política migratoria.
El parangón de estos infortunios, sin duda el más grave y lamentable, es lo sucedido en Tlahuelilpan, Hidalgo. Se perdieron más de cien vidas por algo que no se puede explicar sólo por la pobreza, la delincuencia, la irresponsabilidad, o todo ello junto, pero que a final nos recuerda El luto humano, que José Revueltas nos describiera magistralmente.