FMI: lo que el viento a Juárez // No más crecimiento inercial
n castellano simple, el presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que el reciente pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI) le hace lo que el viento a Juárez (el lunes, el organismo financiero recortó su estimación sobre el crecimiento económico del país en 2019, que, ya con el tijeretazo, rondaría 2 por ciento). Consultado al respecto, el mandatario fijó posición: Es mucho mejor que el FMI diga que el crecimiento va a ser de dos puntos, porque así los vamos a sorprender: crecerá más la economía. Va a fallar su pronóstico, lo digo de manera respetuosa. Vamos bien, es lo que yo considero, y vamos a estar mejor
.
Tiene cierto sustento lo dicho por el Presidente, porque salvo en hecatombes como la de 2009 (el producto interno bruto mexicano se hundió 6.5 por ciento, entre los más pronunciados en el mundo) el navío de gran calado
(jocoso calificativo utilizado por Fox y Calderón al referirse a la economía nacional) normalmente el avance
no pasa de 2 por ciento, y en esa inercia se mueve
el país desde hace 36 años. Que la economía mexicana crezca
un piquito más o retroceda un piquito menos no hace mayor cambio en la complicadísima situación que vive el país, ni en el creciente saldo de la voluminosa deuda social que acumula, resultado de la política económica más ineficiente en la historia moderna de México
(AMLO, dixit).
Bien puede decir el flamante inquilino de Palacio Nacional que lo anterior es responsabilidad y consecuencia de seis sexenios neoliberales al hilo, durante los cuales lo que menos importó a los supuestos gobernantes (verdaderos gerentes al servicio del gran capital) fue el desastre social por ellos generado y la suerte de apartheid económico que garantizaron. Pero, al mismo tiempo, López Obrador debe mover sus propias fichas para, a la brevedad, dejar atrás la inercia económica heredada por esos seis gerentes, sacudir la economía y sentar las bases para un crecimiento sostenido, y en una proporción que permita no sólo salir del estancamiento de tres décadas y media, sino que perfile un futuro mucho más atractivo y sólido para el país y sus habitantes. La herencia no es cualquier detalle, como advierte el Instituto pare el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes: el entorno económico muestra nubarrones para 2019; el país que recibe el presidente López Obrador tiene aspectos que limitan un buen desempeño para el próximo año. Las cifras oficiales reflejan retos como incremento en la inflación, altos niveles de endeudamiento, elevada incidencia en la informalidad del empleo, así como bajos salarios y escaso crecimiento económico.
El nuevo gobierno asume el reto del cambio estructural para pasar del promedio de 2.5 por ciento de las últimas tres décadas a uno superior a 4 por ciento, y sobre todo lograr que este crecimiento sea inclusivo y con mayor desarrollo para todas las regiones del país. La consigna de por el bien de todos, primero los pobres
es congruente, pero se debe garantizar que no se descuiden otros segmentos de la población. Por ello, la obsesión por el crecimiento económico y la inversión debe ser eje fundamental para alcanzar sus metas. Si bien la nueva administración enfrenta retos coyunturales, el país tiene problemas estructurales que han limitado su avance.
Entonces, qué bueno que el FMI y sus pronósticos le hagan lo que el viento a Juárez, pero hay que meter el acelerador. El país lo necesita y a los mexicanos les urge.
Las rebanadas del pastel
Era de esperarse la rabiosa respuesta de los barones del huachicol: Ayer nos sacaron de operación la mayoría de los ductos, nos los pincharon. Provocaron fugas, en algunos casos peligrosas. Por fortuna, la gente ya no acudió. Pero, nada más el ducto Salamanca-Guadalajara nos lo sacaron cuatro veces de operación y también el Tuxpan-Azcapotzalco, que logramos estabilizar durante varios días
. Con todo, no vamos a dar ni un paso atrás, no vamos a ceder
(AMLO, en la mañanera de ayer).
Twitter: @cafevega