Entre el fin y el principio
construyan el muro.Foto tomada del video difundido por el diario Washington Post
veces uno cree que el deterioro de un país ya tocó fondo, que las cosas han llegado a un nivel tan extremo que o hay una rebelión popular para rescatar a todos o ya no hay salvación. Esta semana –como en tantas otras– hubo ambas cosas.
Un informe oficial del inspector general del Departamento de Salud emitido el pasado jueves reveló que la política de separación de menores de edad de sus padres que migraban a Estados Unidos empezó casi un año antes (en septiembre de 2017) de lo que el gobierno había dicho, que continúan las separaciones aun después de que un juez suspendió esta práctica y que afectó a miles más de pequeños (el gobierno antes dijo que fueron poco menos de 3 mil) y que el número total de niños separados de un padre o tutor por autoridades de inmigración es desconocido
.
Poco después, el senador Jeff Merkley divulgó un memorando oficial fechado a finales de 2017 que demuestra, acusó, que el gobierno de Trump tenía la intención de traumatizar a niños y crear intencionalmente una crisis humanitaria en la frontera
.
Otro momento: al concluir un acto de activistas indígenas estadunidenses en el Monumento a Lincoln, en Washington, fueron rodeados por adolescentes blancos, algunos con camisetas de escuelas católicas y casi todos con gorras rojas con el lema de Trump, “ Make America great again” que habían llegado a Washington a participar en una marcha contra el aborto. Empezaron a burlarse del canto tradicional, imitándolo, brincando, y de repente empezaron a corear: construyan el muro, construyan el muro
, en referencia al muro fronterizo de Trump. Uno, con una sonrisa agresiva, se paró directamente frente al reconocido líder indígena Nathan Phillips, quien continuó con su canto tocando su tambor. Todo fue capturado en video.
Con lágrimas, Phillips, del pueblo Omaha, veterano de la guerra de Vietnam, ex director de la Alianza de Jóvenes Indígenas, defensor de los derechos indígenas de toda la vida, incluida la resistencia histórica de Standing Rock, comentó a periodistas que era un momento de gran tristeza enfrentar a estos jóvenes, y afirmó que en estas tierras nunca hubo muros.
No podría haber expresiones más claras de la vida nacional en el régimen de Trump. Pero peor aún es la falta de una respuesta lo suficientemente masiva ante cuestiones tan atroces, bárbaras y crueles que hacen surgir la pregunta de que si esto es tolerable tal vez ya no hay remedio en este país.
Pero, pero, pero… no se puede despreciar el coro feroz de críticas, condenas y promesas de acciones judiciales en torno a la noticia sobre la separación de niños y, por supuesto, la ira y la denuncia del acto de agresión racista de los jóvenes. En otras esquinas continúa la masiva huelga de maestros en Los Ángeles, con un maravilloso nivel de apoyo no sólo en esa ciudad, sino a través del país, que busca rescatar el sistema de educación pública de las garras de los multimillonarios y sus políticos que durante los últimos años han intentado controlar, privatizar y lucrar con ese sector. Miles participaron en la tercera edición de la Marcha de las Mujeres en decenas de ciudades el sábado (a pesar del debilitamiento del primer repudio masivo a Trump por divisiones internas, para variar).
O sea, hay señales del otro Estados Unidos que podrían ser avisos, aún, de un nuevo principio. De hecho, algunos ya tienen listos los titulares de un periódico nacional sobre el triunfo de un movimiento multirracial encabezado por mujeres.
Más de 25 mil ejemplares de un Washington Post diferente fueron distribuidos el miércoles en la capital, incluso frente a la Casa Blanca, junto con una versión online, la semana pasada, con lo que muchos desean sean las próximas noticias en un futuro muy cercano (la edición especial está fechada 1º mayo de 2019), insistiendo en que “lo de Trump se acabó, si eso quieres”.
Así están las cosas, entre fin y principio.