¿A quién daña el huachicol?
l robo de hidrocarburos en México es un problema que afecta a todos los habitantes de este país. Si en 2018 hurtaron a Pemex 66 mil millones de pesos, significa que a todos los mexicanos, desde recién nacidos hasta adultos mayores, nos roban, a cada, unos 500 pesos al año por ese concepto.
Si pensamos en campesinos de Oaxaca o Chiapas, con familias integradas por abuelos, padres, hijos, nietos y algún primo o sobrino, que en promedio suman 10 personas, eso significa que los huachicoleros quitan a esas familias que viven en pobreza extrema 5 mil pesos anuales.
Quizá para usted 500 pesos no es mucho dinero, pero que a la población más necesitada le roben esa cantidad puede hacer la diferencia entre comer y no durante varios días. De ese tamaño es el problema del robo de hidrocarburos en México.
No sólo es un tema de economía familiar, sino de descomposición social. En ocasiones se piensa que son los campesinos pobres de San Martín Texmelucan, en Puebla, o de cualquier pueblo perdido quienes se benefician de la extracción ilegal de combustibles. Sin embargo, ese tipo de personas sólo son un medio y una justificación de los capos para acumular fortunas inconmensurables.
Extraer hidrocarburos de una tubería tiene su chiste y eso sólo lo pueden hacer los especialistas, personas ligadas a Petróleos Mexicanos y a las mafias organizadas; ya después, como hienas, llegan los pobres a recoger las migajas para venderlas en el mercado negro.
La descomposición social que se genera en cada pueblo dedicado a la ordeña de ductos trae consigo la capacitación de los pobres para que vivan del robo, además de que genera enfrentamientos entre los pobladores que pertenecen a uno u otro cártel y luchan por el control del hidrocarburo, del mercado de drogas, del secuestro y del derecho de piso.
Es por ese fenómeno que el gobierno tenía que actuar de manera inmediata. Que la estrategia no es integral y que debe mejorarse con el uso de tecnología y el seguimiento de los flujos financieros, es correcto; sin embargo, ante la magnitud del problema no hay tiempo que perder. Esta es una guerra contra las mafias incrustadas en el poder y hay que librarla cueste lo que cueste.