Domingo 6 de enero de 2019, p. a12
Este libro, publicado por Sexto Piso, reúne una serie de entrevistas realizadas al periodista estadounidense Hunter S. Thompson, considerado el padre el periodismo Gonzo. En él, el lector podrá encontrar las anécdotas y reflexiones del autor de Miedo y asco en Las Vegas, ya que cubre varias décadas en la vida del periodista bebedor compulsivo, amante de las armas, hedonista consumidor de drogas, irreverente vasallo de los señores del karma y, ante todo, escritor genial y superviviente de sí mismo
. Más allá de eso, un crítico del sistema. Con autorización de la editorial ofrecemos a nuestros lectores un adelanto de esta obra
Entrevista con un periodista sobre los Ángeles del Infierno, ABC News, 20 de febrero de 1967.
Periodista: Pasó más de un año con los Ángeles del Infierno. ¿Qué impresión le causaron ciertos individuos?
H. S. T.: Les proporciona reconocimiento, una sensación de compañerismo, lealtad de grupo y poder. Se juntan y pueden asustar a gente que en condiciones normales los asustaría a ellos. Sobre todo ahora que han recibido una enorme cantidad de atención y publicidad nacional gracias al fiscal general de California,* que hizo un informe oficial sobre ellos. Han salido en portada del Saturday Evening Post, en películas, en este libro (…). Para esta gente no habría ninguna otra forma de conseguir esto sin actuar como el Estrangulador de Boston o Mad Bomber. Es una forma fácil de conseguir lo que no pueden lograr en el mundo cuadriculado. Es toda una subcultura de marginados, fracasados y gente que simplemente no puede con esta sociedad tecnológica automatizada.
Periodista: ¿Cómo describiría una fiesta típica de los Ángeles del Infierno?
H. S. T.: No son lo mismo las grandes –las salidas– que las habituales fiestas de cerveza aquí y allí. En una salida, pueden reunir de 150 a 200 motos o hasta 300 en un parque estatal, por ejemplo. Aparcan las motos creando un gran círculo en torno a una hoguera enorme, en ocasiones de hasta 65 metros de altura. Y compran alrededor de, eh, 100 dólares de cerveza sólo para empezar la tarde. Se beberán cerveza por valor de cientos de dólares en un par de días o tres. En realidad han acabado con las existencias de cerveza de toda una ciudad. Al mismo tiempo, consumen anfetaminas…
Periodista: ¿LSD?
H. S. T.: Bueno, eso viene después. Empiezan con pastillas. Barbitúricos y anfetaminas, todo junto, luego cerveza, más tarde llega el vino y después algo de LSD. Todo se mezcla.
Periodista: Señor Thompson, ¿qué pretende su libro?
H. S. T.: Sólo intento relacionarlos con otra gente, gente como los Ángeles del Infierno que no visten sus colores, como digo yo. Hay miles de perdedores y matones, atracadores y pequeños delincuentes a los que les gustaría recibir la misma atención, pero no la reciben.
Periodista: Para resumir, ¿cómo explicaría qué es un Ángel del Infierno?
H. S. T.: Bueno, tiene entre 20 y 40 años, aunque lo más probable es que le falte poco para los 30. Habrá abandonado el instituto. Tendrá antecedentes policiales menores: un montón de detenciones y unas cuantas condenas, pero nada serio. Tal vez haya cumplido un año o así en prisión en algún caso por pequeños delitos. Será un fanático de las motos, alguien obsesionado con ellas prácticamente desde la infancia. Eso lo acerca a los Ángeles del Infierno. Después, se convierte en una especie de criatura del club. Y todo se enrarece cada vez más. Sus antecedentes policiales empezarán a acumularse porque es mucho más visible.
Periodista: Pasó al menos un año conociéndolos y viviendo con ellos. ¿Cuáles fueron sus impresiones más vívidas de ellos?
H. S. T.: ¿Impresiones vívidas? Bueno, visualmente, no se me ocurre ninguna otra imagen comparable a esas salidas del Día del Trabajo, cuando reúnen varios centenares de motos en la carretera.
Periodista: ¿Qué es una salida
exactamente?
H. S. T.: Una salida es una especie de excursión o pícnic gigantesco. Se reúnen en un punto de la ciudad, luego se toman una especie de vacaciones en la montaña, en la playa o en algún otro lugar, para celebrar todos juntos una gran fiesta de tres o cuatro días. Entonces es cuando de verdad asustan a la gente, porque van todos juntos y visten de la forma más atrevida que pueden. Van todos borrachos como cubas y tomando pastillas. Es como si un ejército de hunos hubiera entrado en tu ciudad.
No necesariamente van a destrozarlo todo, pero se ponen muy locos y son muchos. Por supuesto, la gente del lugar está preocupada y asustada y lleva armas y cierra las puertas y esconden a sus hijas en el sótano. Ese tipo de cosas. Se crea una situación muy tensa. Cualquier nimiedad puede desembocar en un disturbio o en un ataque, y la policía no puede ocuparse de dos o tres centenares de moteros desaforados sin un montón de refuerzos.
Periodista: A veces, en su libro, casi tengo la impresión de que está diciendo que se exagera su notoriedad.
H. S. T.: Sí. Los Ángeles del Infierno no son tan peligrosos ni tan caóticos como parece. Pero si lo dejas ahí y vas diciendo: No son tan peligrosos, venga, no les hagas caso
, entonces te pierdes la esencia de lo que quería decir cuando comentaba que hay miles de otros perdedores que son Ángeles del Infierno con un nombre diferente. Soy mucho más consciente de eso ahora, después de este asunto. Veo Ángeles del Infierno en todas partes y no llevan uniforme. Incluso en Chicago.
Periodista: ¿Esta gente no tiene esperanza? Me refiero a que, después de observarlos durante un año, dice que no pueden con esta sociedad automatizada, ¿es una causa perdida?
H. S. T.: Bueno, no tienen esperanza en tanto que siguen en los Ángeles del Infierno y es una causa perdida en el sentido que usted comenta. No son casos perdidos dentro del grupo, en la medida en que insisten de una manera tan obvia en ser Ángeles del Infierno. ¿Por qué ibas a contratar a alguien con un pendiente de oro y pelo hasta los hombros que apesta a grasa vieja y barro, con unos antecedentes policiales de varias páginas? No son realmente aptos para buenos trabajos. Pero si decidieran dejarlo y, bueno, afeitarse…
Periodista: ¿Muchos deciden dejarlo?
H. S. T.: Sí. No estoy seguro de cuál es el porcentaje. Hay tres formas de dejar de ser un Ángel del Infierno: una es morir, y muchos mueren; otra es acabar en prisión, y muchos lo hacen; la tercera es dejarlo. Supongo que son más los que lo dejan que los que van a prisión, y que son más los que van a prisión que los que mueren. Pero son las tres salidas que hay.