Se integran a la perfección al patrimonio de CDMX, dice el secretario de Cultura local
Viernes 4 de enero de 2019, p. 2
Las esculturas que algunos ciudadanos han colocado en espacios públicos de Ciudad de México para recordar sucesos como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa o la muerte de los niños en la guardería ABC de Sonora, son monumentos que representan la batalla de la sociedad contra el olvido.
Esas piezas, “mal llamadas antimonumentos”, serán respetadas por la nueva administración capitalina, pues son perfectamente integrables al patrimonio de la capital del país
, señala en entrevista con La Jornada el secretario de Cultura de Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real.
El funcionario reitera que son expresiones surgidas del dolor o la presencia de una tragedia, por lo cual deben considerarse monumentos o símbolos, “no me gusta la palabra antimonumento como la han empleado algunas personas para expresar que es contrario a lo que los gobiernos imponen o crean. Son memoriales, producto de un proceso de concertación entre las víctimas”.
Para el gobierno capitalino, puntualiza, no sólo tienen valor moral, sino una realidad jurídica que se traduce en expresiones de la reparación del daño, pues parte importante de ese proceso es nunca olvidar
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En 2018, con motivo del 50 aniversario del movimiento estudiantil de 1968, un grupo de activistas colocó el 2 de octubre una escultura en una jardinera ubicada en la esquina de Madero, en el Zócalo. En ese momento, el entonces jefe de gobierno, José Ramón Amieva, dijo que sometería a consulta del Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de Ciudad de México (Comaep) la permanencia de la pieza, a la que llamó antimonumento
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El memorial para recordar a las víctimas de la matanza de Tlatelolco muestra una paloma blanca en pleno vuelo sobre colores rojo y negro, tiene las leyendas: 1968, 2 de octubre no se olvida. Fue el Ejército, fue el Estado
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Los activistas que acompañaron a varios sobrevivientes de aquella matanza también colocaron letreros que dicen: ¡Ni perdón, ni olvido! 50 años de impunidad. ¡Castigo a los asesinos!
El titular de la Secretaría de Cultura local dice que en el nuevo paradigma que representa el cambio de gobierno tanto federal como capitalino, “habrá respeto a los derechos humanos y restitución a las víctimas. La parte conceptual de la reparación del daño pasa por el respeto a esos hitos urbanos que las víctimas colocan para recordar su tragedia.
“Si partimos de ese principio será mucho más sencillo y fácil resolver las partes patrimonial y legislativa. Si lo tomáramos simple y llanamente como un acto aislado (colocar los memoriales), separado de las tragedias, entonces estaríamos sujetándonos a una serie de premisas inaplicables. Tenemos que ser más sensibles y cuidadosos al respecto.”
Ciudadanía participativa
En algunos monumentos conmemoraticos hay textos, nombres, expresiones de dolor, enojo y esperanza, como el dedicado a David y Miguel colocado hace un año en el cruce de Reforma y Juárez, frente a la escultura de El Caballito, donde se lee en una placa que los jóvenes David Ramírez y Miguel Ángel Rivera fueron detenidos en 2012 en una carretera de Guerrero y entregados a secuestradores, a quienes se les hizo el pago de rescate y jamás devolvieron a los muchachos.
Quienes colocaron esa pieza exigen seguridad para todos y, en protesta, se invita a la sociedad a poner un candado ahí.
El memorial más popular es el que recuerda a los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Se integra por un signo de más y el número 43, en rojo, también ubicado en Paseo de la Reforma; incluye la leyenda: Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos
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Este símbolo fue colocado por los familiares de los normalistas siete meses después del ataque cometido en septiembre de 2014. Ahora es punto de reunión cada aniversario de esa tragedia, cuando se sigue exigiendo justicia.
Suárez del Real recuerda que así como hay monumentos creados por los ciudadanos o las víctimas, Felipe Calderón, en su gobierno, mandó a construir el Memorial a las víctimas de la violencia en el Bosque de Chapultepec, entre Periférico y las bardas del Campo Marte, el cual se encuentra hoy en el olvido.
“Ese espacio no representa el dolor de las víctimas, ningún agraviado acude a él, como sí lo hacen, por ejemplo, al monumento que se colocó en 2017 frente a las oficinas centrales del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Paseo de la Reforma, para recordar a los 49 niños y niñas que murieron en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo.
Si nos ciñéramos a los preceptos del urbanismo y a la Ley Federal de Monumentos, nunca encontraríamos expresados los derechos humanos, porque no se refieren al acto social. Hoy que Ciudad de México tiene Constitución, la primera fincada en los derechos humanos y, sobre todo, en el reconocimiento a las víctimas, a las diversidades y a la restitución de daños, tenemos que hacer adecuaciones para reconocer con respeto todas las expresiones surgidas del dolor
, reitera el secretario.
La lista de monumentos ciudadanos en la ciudad se complementa con el ubicado frente a la Bolsa Mexicana de Valores, dedicado a las víctimas de la explosión de la mina Pasta de Conchos, una escultura de un signo de más y el número 65 en color rojo, en alusión a los fallecidos en 2006. Se colocó 12 años después de la tragedia, en la que los deudos continúan, como tantos otros, sin hallar justicia.