Los europeos respetan la tradición en Portugal, Roma, Berlín, Francia y Holanda; otros, en Canadá
Miércoles 2 de enero de 2019, p. 30
París. De Edimburgo a Lisboa, pasando por Berlín, los bañistas más temerarios de toda Europa se arrojaron el martes a las aguas heladas para celebrar el primer día del año.
La temperatura del agua es de entre 9 y 10 (grados centígrados). ¡Pero está bien! ¡Sienta bien!
, declara Claudy, quien participa con casi otros mil bañistas en el rito anual en Malo-les-Bains, una estación balnearia ubicada en el norte de Francia.
Justo a mediodía, los bañistas corrieron hacia las aguas heladas, algunos se metieron sólo hasta las piernas, con una copa de champán en la mano, mientras que otros se zambulleron completamente varias veces.
Para retar a las olas, la mayoría se vistieron con disfraces excéntricos, desde capas de superhéroes hasta pelucas o chalecos amarillos (en referencia al movimiento de protesta social de los chalecos amarillos en Francia).
En Italia, los bañistas también cumplieron con el tradicional chapuzón de Año Nuevo en el río Tíber, en Roma.
Cientos de personas desafiaron el frío y se zambulleron en las aguas del río Tíber, en el tradicional baño del primeo de enero, con más de 70 años de historia.
Como cada año, algunos valientes se lanzaron a las aguas del Tíber, cuya temperatura no superaba los 6 grados, desde un puente en el centro de la capital italiana al mediodía, bajo un sol resplandeciente.
Entre ellos estaba el mítico Maurizio Palmulli, alias Míster Ok, quien participa en esta tradición desde hace 31 años.
En La Haya, en Holanda, fueron cerca de 10 mil personas, de acuerdo con los organizadores, las que participaron en el tradicional chapuzón de Año Nuevo.
Más al norte, en la isla de Nordeney, frente a las costas de Alemania, 500 bañistas, niños y mayores, se lanzaron a las aguas del mar del Norte.
Con una temperatura de 5 grados, fueron muchas las personas que se quedaron vestidas con sus abrigos en la playa para inmortalizar la hazaña con la cámara de sus teléfonos móviles.
En la capital alemana, sólo los aficionados osaron desafiar al frío. Once miembros del club de natación de invierno Berliner Seehund (Las focas de Berlín) chapotearon sonrientes en el agua helada del lago Oranke.
Por placer, pero también por una buena causa: en South Queensferry, cerca de Edimburgo, cientos de personas saltaron al estuario del río Forth durante el Loony Dook. Este baño anual, creado por dos amigos en 1987 con el propósito de recuperarse de los excesos de la víspera, permite hoy recaudar fondos para organizaciones benéficas. Todo en un ambiente festivo.
Los vestidos de noche remplazaron a los trajes de baño y un doble de Donald Trump posó para las fotografías.
En el sur de Europa, en la playa portuguesa de Carcavelos, a las afueras de Lisboa, los bañistas también dieron muestras de su ingenio: Papás Noel, prisioneros y jugadores de futbol disfrutaron juntos de su primer baño.
La víspera, en el Cap d'Agde (en el sur de Francia), varios franceses se sumergieron desnudos en el mar Mediterráneo para decirle adiós a 2018.