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Interregno

N

o sería sensato esperar que la seguridad pública en Guerrero comenzara a mejorar desde la toma de posesión del nuevo Presidente de la República, pero tampoco es deseable que los efectos de las nuevas políticas públicas en la materia tarden más de lo estrictamente necesario en hacerse sentir.

Guerrero arde, de manera casi literal, en el tema de la violencia y el crimen. En respuesta, hay alzamientos ciudadanos armados por todos los rumbos contra la actividad criminal, porque ésta ha rebasado a las autoridades.

Ayer resurgió una autodefensa que había sido organizada en 2012 y desde entonces se contenía para no tener que tomar la seguridad de sus pueblos en sus manos. Ahora ha salido a la luz porque, en su opinión, la situación ya es intolerable.

Es innegable que el anterior gobierno federal desmanteló casi todo lo que sus antecesores habían construido para combatir el crimen, quizá con la dudosa esperanza de que al quitarle presión a los grupos criminales, éstos se replegarían a sus zonas de influencia, sin meterse con los ciudadanos que viven ajenos a sus ilícitos.

Pero, es evidente que ello no resultó, sino que, al ir saturándose los mercados del crimen –de las drogas, de las armas, de la trata de personas–, decidieron salir a expoliar a los ciudadanos con cobro de piso y con cuotas, con extorsión y con despojo. Mientras el gobierno federal se dedicaba a lo que se propuso desde el principio: capturar sólo a los jefes.

Es obvio que se requiere una nueva estrategia y que ésta debe ser integral, es decir, que debe atacar todos los flancos del problema: desde la despenalización de las drogas hasta la persecución y captura de los extorsionadores menores.

Pero mientras esta estrategia es puesta a punto; mientras se hacen las reformas a la Constitución y a las leyes secundarias; mientras se alista la anunciada Guardia Nacional, los delincuentes seguirán en lo suyo: disputándose las rutas de las drogas, las plazas de la trata de personas, expoliando a los ciudadanos.

Una estrategia integral tiene que incluir el uso de la fuerza, cuanta sea necesaria, para someterlos a la ley mientras sea necesario, hasta que pierdan su fuerza. Si no se hace así, los grupos de autodefensa ciudadana seguirán proliferando por donde campea la delincuencia, que en el caso de Guerrero es por todo el territorio estatal.