La narradora colombiana presenta su novela Los divinos (Alfaguara), en la FIL de Guadalajara
Miércoles 28 de noviembre de 2018, p. 3
Guadalajara, Jal., El asesinato de una niña, en la vida real, desató la escritura de la novela Los divinos, de la autora colombiana Laura Restrepo. Una situación que se repite en todo el mundo, con mujeres de todas las edades. Crímenes que llevan el nombre de feminicidios que, al igual que la desaparición forzada de personas o el asesinato de periodistas, devienen tema habitual de las noticias.
‘‘Yo no desvinculo esto del recrudecimiento del fascismo en el planeta entero. Hay una cosa de ultraderecha surgiendo con una violencia tremenda. No es gratuito que un tipo como Trump sea presidente; eso tiene una oleada de influencia por todas partes, hay como un renacer del fascismo”, sostiene la también periodista en charla con La Jornada antes de la presentación de esa novela publicada por Alfaguara.
‘‘El fascismo es terriblemente machista, de una gente que se siente superior y tiene que agredir a los demás como un motivo de identidad. No desvinculo fenómenos políticos como el de un Bolsonaro o en Austria una ultraderecha fascista. Por toda Europa está resurgiendo con una energía aterradora”, añade mientras su té se enfría sobre la mesa.
La agresión contra las mujeres ‘‘es una parte inherente a esa forma de ser, de machacar a los demás, a los más débiles, de creerse superior en la medida en que identifico grupos como inferiores y ese siempre ha sido el mecanismo recurrente al fascismo. Me parece que deberíamos empezar a trabajar el nexo entre las dos cosas.
‘‘Hay que pensar en términos más generales del contenido político y el contenido político que hace víctimas de hombres y de mujeres.’’
–Se habla del miedo al otro.
–Eso es algo que les es práctico. Es decir, ¿Trump de verdad tiene terror a los migrantes o ha entendido que le sirve para cohesionar internamente? Un teórico que leo con devoción, René Girard, habló del chivo expiatorio. Su teoría dice que un grupo se cohesiona al elegir su víctima sacrificial, y que basta con eso para que el grupo pueda ganar poder, cohesión e identidad.
‘‘Hitler lo tenía claro cuando le decía a Goebbels que no hacía falta agitar grandes ideas, sino que bastaba tomar unos cuantos sentimientos para montar una agitación permanente. Claro, las mujeres entran en ese espectro y los migrantes también porque son los que son distintos, porque tienen otro color de piel, porque es fácil que un grupo humano más blanco se identifique en contraposición a los migrantes.”
Restrepo (Bogotá, 1950) recuerda una frase: detrás de cada pureza existe la ignorancia de lo que es la mezcla. ‘‘¿Quién es el europeo o el gringo que no tiene una mezcla de razas inmensa?, ¿por qué de pronto surge esto ahora en países como Estados Unidos, donde hay italianos, portugueses, puertorriqueños que han sido parte constitutiva de esa sociedad? Porque esa oleada fascista trae esa necesidad de señalar”.
De cierta manera, que Donald Trump gobierne en Estados Unidos es un regalo, porque en él se reúne todo el horror que vivimos: desde su discurso contra los migrantes hasta sus ataques contra las mujeres. ‘‘Es esa búsqueda de una identidad dominante, de alardear cómo somete a los demás. Es muy interesante lo que está ocurriendo. De aquí vamos a salir pagando todos”.
El optimismo viene de ver de frente al pesimismo
–¿Cómo entender mejor lo que ocurre?
–Creo que se debe echar mano de todas las herramientas disponibles y de un espíritu crítico mucho más agudo. Si por algo surge el fascismo tan fuerte en todos lados es por el fracaso de una supuesta democracia liberal que no le da respuesta a nadie; yo no creo que venga un fascismo para arrollar a una derecha. No, es que el fascismo es consecuencia de esa derecha y es una forma que asume esa derecha cuando siente que está perdiendo el control porque sus planes económicos están suscitando el rechazo por las personas y existe un estado de insatisfacción.
–¿Se puede ser optimista?
–Sí, siento que de todas maneras los 40 años que pasaron fueron años bobos en muchos sentidos porque estábamos montados en la idea de que ahí había una especie de democracia liberal, un capitalismo que podía ser bueno, que podía ser más amable. Eso está tronando por todos lados, creo que el optimismo viene incluso de mirar a la cara cierto pesimismo.
‘‘Mi mama tenía una amiga viejita con marido, hijos y nietos, y un día le dijo a mi mamá: ‘Ya me cansé de ser feliz’. Eso tiene sus ventajas, a ver si nos cansamos de jugar a ser felices y afrontamos la verdadera dimensión de la crisis que estamos viviendo en todos los terrenos: económico, moral, ecológico, social. La cosa está crítica, pero sí creo que hay motivo de optimismo incluso al mirar de frente al pesimismo.”