o habrá cuarta transformación sin un cambio radical en el statu quo. La victoria de Morena ha abierto la posibilidad de ese cambio pero, por ahora, es sólo eso: una posibilidad. Morena ha ganado el gobierno, pero no el poder, hemos escrito en este espacio. El affaire de las comisiones bancarias acaba de darnos una pequeña muestra de la fuerza de los poderes fácticos: estremecieron la bolsa de valores y el tipo de cambio y hablaron en voz alta: regular las comisiones es negativa para las instituciones de crédito a corto y mediano plazos: ¡no me toquen! Y fueron más lejos: “la iniciativa, junto con otras posturas del gobierno electo, genera preocupación respecto al potencial inicio de un proceso de desinstitucionalización en el país…; la forma intempestiva en que se anunció la iniciativa reitera la disposición del nuevo gobierno a adoptar un proceso de toma de decisiones al margen del estipulado institucionalmente, y más en línea con el que usaron para cancelar el proyecto del NAIM”: una forma categórica de reprobar al próximo gobierno. Reclamaron, además, ser consultados antes de cualquier decisión relacionada con sus intereses.
Los poderes fácticos se opondrán a cualquier cambio que busque alterar el statu quo. AMLO ha debido salir a calmar el oleaje financiero agitado por esos poderes; y ha confirmado su decisión de no operar cambios fiscales y financieros durante la primera mitad de su mandato.
El mensaje tiene dos caras: una es el reconocimiento de los poderes fácticos: no se puede hacer política sin el reconocimiento del poder de los adversarios (o acaso enemigos); la otra, el aviso nos vemos en tres años
. Pero para entonces tampoco podrán realizarse ni esas mínimas reformas, sin una correlación de fuerzas favorable al nuevo gobierno.
Para cambiar esa correlación es inexcusable una tenaza: un brazo de justicia social que abata las desigualdades y haga llegar a grandes proporciones del pueblo llano trabajo, ingresos dignos, salud y educación, y otro brazo que organice al pueblo y cree con él un relato macizo sobre la justicia social que lo mantenga movilizado, otorgando respaldo continuado a la cuarta transformación. Más aún: la tenaza debiera apoyarse en un sólido conjunto de alianzas internacionales que incidan en esos mismos objetivos. Debería hacerse agregando a las relaciones económicas con EU, robustas relaciones productivas con otras potencias que no sólo favorezcan el alcance de tales objetivos, sino que alteren las relaciones de dependencia profunda que México mantiene con la metrópoli del norte. El fortalecimiento de relaciones con China, buscado por el nuevo gobierno, puede jugar un papel relevante en la dirección apuntada.
Si la tenaza referida consigue alterar la correlación de fuerzas, no sólo unas comisiones bancarias pueden ser reguladas (peccata minuta), una transfiguración significativa del mapa social podría ser operada; se habrían sentado así las bases internas para un desarrollo económico y social inclusivo.
Si el gobierno de Morena avanza en la configuración de esa tenaza, estará alterando unas reglas establecidas por la globalización financiera, que han dado lugar a la creación de los poderes fácticos cuya arrogancia hemos visto en los últimos días. Se sienten dueños del casino neoliberal, porque lo son.
El PIB creció 2 por ciento en 2017, la cifra más baja en los cuatro años anteriores, debido a una contracción del sector industrial y a una desaceleración tanto del sector servicios –casi 2/3 del producto– como del sector agropecuario. En tanto, la banca que opera en México registró en 2017 ganancias por 137 mil 700 millones de pesos, 28.4 por ciento más que en 2016. Esta aberración económica denota un traslado de ingreso desde los sectores productivos y, de hecho, desde el conjunto de la economía, hacia esa parcela no productiva: la banca. Y fue posible debido principalmente a las reglas con que opera la economía financiarizada neoliberal; en específico: el Banco de México aumentó cada trimestre la tasa de interés objetivo
de 3.75 por ciento en febrero de 2016, a 7.25 por ciento en diciembre de 2017 (7.75 a la fecha). Esa tasa, en 2017, prácticamente fue duplicada. Tal política elevó brutalmente toda la curva de las diversas tasas activas que cobra la banca.
Las reglas de operación financiera explican las altas ganancias de la banca y, en gran medida, la caída en el crecimiento del producto en 2017. La economía neoliberal funciona con unas reglas tan absurdas que, si la tasa objetivo no hubiera sido aumentada, el Banco de México cree que la inflación habría causado mayores estragos que la caída del producto (más el efecto de concentración del ingreso en favor de banqueros y rentistas). Por esas reglas de casino la economía va o mal, o peor, socialmente hablando.
Las alianzas internacionales debieran buscarse también para alterar las reglas de casino de la globalización financiarizada. Europa ya debate algunos absurdos como el señalado.