Al reconocer a los negociadores del nuevo acuerdo de libre comercio de América del Norte (T-MEC, como es llamado ahora), el presidente Enrique Peña Nieto resaltó que incluso quienes se oponían a esa estrategia de intercambios impulsada en la década de los ochenta del siglo pasado hoy son los más firmes adherentes a esta política de apertura.

Además, reivindicó la estabilidad macroeconómica de su gobierno: Cuando se tiene esta responsabilidad no se pueden tomar decisiones a partir de una agenda política o electoral en búsqueda de una mayor aprobación de la sociedad.

También agradeció al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, su apertura y comunicación en el logro de un buen arreglo en el tratado comercial. No hubo diferencias mayores, hubo acentos evidentemente que apuntar entre lo que el Gobierno de la República venía negociando y la visión que tiene el próximo gobierno. Acentos que fueron incorporados en esta negociación y que nos permitió, primero, mostrarnos ante Estados Unidos y Canadá en un solo frente, con un solo rostro de dos gobiernos, uno saliente y otro por entrar, pero mostramos un frente común muy aliado, muy coordinado y sentados a la mesa como si fuéramos representantes, como lo fuimos, no de un gobierno, sino representantes de México y actuando y pensando en el futuro de México. Ahí estaba Jesús Seade, representante de López Obrador en las negociaciones.

Trascendió que el presidente Peña sí viajará a Argentina para firmar el T-MEC el próximo 30 de este mes; mientras tanto, aún corren las distintas etapas legales del proceso.

Fue un acto efectuado en Los Pinos pródigo en reconocimientos y elogios mutuos para los equipos de las secretarías de Economía y de Relaciones Exteriores, así como para el sector privado.

El propio Presidente recibió expresiones en el mismo sentido por su liderazgo de Estado y su tino para procesar la relación con Estados Unidos con un justo equilibrio, sin engancharse en la retórica y sí diseñando el nivel de la dignidad para México, como dijo el titular de Economía, Ildefonso Guajardo.

Las referencias a Donald Trump fueron constantes. El canciller Luis Videgaray señaló que con la llegada del republicano a la Casa Blanca se generó una enorme incertidumbre en todo el mundo, pero de lo que había pocas dudas es que el país estaba en peor condición de riesgo, el que era más vulnerable se llamaba México.

El presidente Peña también habló de la complicada relación con Trump, quien puso prácticamente en vilo la existencia del acuerdo comercial. Habló una vez más de su visita en 2016. ...y no obstante lo complejo que fue recibirle... paradójica e irónicamente dejó a la postre una puerta abierta a quien habría de convertirse en el presidente de Estados Unidos por esa relación que se logró tener, incipiente, y además ni siquiera del todo bien construida. Con ello se pudo combatir las asechanzas contra México frente a los posicionamientos duros que tenía el presidente Trump.

Al final de cuentas llegamos a un punto de entendimiento gracias a los equipos negociadores. Fue entonces cuando hizo apología de la necesidad de proteger la macroeconomía como una premisa de responsabilidad, aun con la necesidad de tomar decisiones impopulares.

Juan Pablo Castañón, del Consejo Coordinador Empresarial, afirmó: Si tomamos las decisiones adecuadas hacia el futuro seremos la región más competitiva del mundo.