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Caminata Migrante
Con el futbol olvidan un rato el viacrucis
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de noviembre de 2018, p. 2

Germán y José Luis salieron de San Pedro Sula, Honduras, el 12 de octubre y desde entonces no habían tenido diversión. Empeñados en llegar a Estados Unidos, se han vuelto casi hermanos y tuvieron por fin un respiro al arribar a Ciudad de México.

Ayer por la mañana, mientras esperaban para comprar un tamal afuera del albergue instalado en la Magdalena Mixhuca, discutían sobre el futbol mexicano. Incluso mejor que algunos comentaristas deportivos. Con algo de decepción, José Luis decía que la víspera hubo un juego en el estadio Azteca, me hubiera gustado conocerlo.

Un alma futbolera nacional se unió a la charla. Es más bonito el estadio de Ciudad Universitaria (CU), indicó. Ahí juegan los Pumas, ¿verdad?, dudó Germán. Tras intercambiar opiniones sobre la capacidad de los equipos capitalinos, el mexicano les regaló un par de boletos para el partido Pumas-Cruz Azul (ayer al mediodía).

Emocionados, lo dejaron todo. No les importó el peligro de ser detenidos y eventualmente deportados en el trayecto hasta CU: el futbol es su pasión y no podían perder la oportunidad de estar por primera vez en un estadio.

José Luis es fanático del Maratón, de San Pedro Sula, y desde el principio se identificó con el Cruz Azul, tal vez porque su equipo es el que más finales ha perdido en la liga hondureña. Más o menos conoce que los Cementeros andan por las mismas. En más de 23 días de apoyo mutuo en la caravana, ayer tuvieron su primer diferendo: Germán –seguidor del equipo más ganador de Honduras, el Olimpia– apoyaba a los Pumas.

En medio de su afán por el futbol, se dan tiempo para explicar la terrible crisis que vive su país desde el golpe de Estado con el que en junio de 2009 se arrebató el poder al presidente Manuel Zelaya. Su síntesis es contundente: Desde entonces vivimos más violencia, más pobreza, más guerra.

José Luis hizo una carrera técnica en informática, pero le convenía más ser operador de una unidad de transporte de pasajeros en San Pedro Sula; su compañero trabajaba en un call center. Pero las cuentas no les daban y el crimen los asolaba. Hay un impuesto de guerra. Explican que bandas como la Mara 18 o la Mara MS cobran a muchos trabajadores parte de los pocos ingresos que tienen a la semana. No entregarlos es una sentencia de muerte.

Honduras ha sido durante años el país más violento de América Latina. En 2014, San Pedro Sula registró la tasa de homicidios más alta de esa nación, con 142 por cada 100 mil habitantes. Eso vivían en el día a día estos dos hombres de 25 y 35 años de edad.

En el estadio se divierten. Vuelven a ser un par de niños. Critican la falta de efectividad de los Pumas frente a la portería. José Luis se burla de Germán por el resultado. No siempre se gana, responde.

Se dicen privilegiados por haberse dado un respiro. Han sido kilómetros de caminata, de maratónicas jornadas, de intenso calor, altos riesgos y varios aventones –como en el que llegaron a Ciudad de México desde Isla, Veracruz. Si pudieran, se darían un espacio para conocer el Ángel de la Independencia y el Zócalo, pero están conscientes que el camino aún es largo. Ya veremos qué nos depara la vida. Hoy nos dio un día de futbol.