Jueves 1º de noviembre de 2018, p. 33
Con las manos cubiertas de tierra y expuestos a un sol agobiante, los cortadores de flor de cempasúchil laboran largas jornadas para aprovechar las festividades del Día de los Fieles Difuntos.
Esta labor que se ha convertido en una tradición para los habitantes del municipio de Tarímbaro, Michoacán, a pesar de que, con frecuencia, las ganancias no cubren sus necesidades.
Un sombrero para cubrirse de los rayos del sol y un machete son las herramientas de trabajo de José, quien desde al menos 50 años se dedica a cortar cempasúchil para mantener a su familia, integrada por cuatro hijos y su mujer.
Dice que por herencia familiar y por la majestuosidad del cempasúchil convirtió este cultivo en su forma de vida. ‘‘Es una pasión. Las ganancias llegan a ser menores que la inversión, pero al igual que mi padre y mi abuelo, decidí cortar flores’’, relata.
Normalmente trabaja en el campo de las cinco de la madrugada a las seis de la tarde, aunque en la presente temporada la jornada suele extenderse.
Ante un escenario imponente de intenso color amarillo anaranjado, José revela que sus ganancias diarias son de aproximadamente 500 pesos, que, reconoció, llegan a resultar insuficientes para una familia formada por seis personas.
Subraya que su principal motivación al cortar cempasúchil es contribuir a preservar las festividades del Día de Muertos.