n lugar de dejar atrás la historia de centralismo y burocratización extrema en la educación, la errada reforma educativa de 2012-2013 buscó establecer las bases para fortalecer el centralismo autoritario en la educación mexicana y, además, darle un carácter y orientación muy cuestionables. Desde 1993, la Constitución establece que los contenidos de la educación serán determinados unilateralmente: el Ejecutivo Federal determinará los planes y programas de estudio de la educación primaria, secundaria y normal para toda la República
(artículo 3, III), pero en 2012 se le agrega que también será centralizado el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos directivos con base en lineamientos o criterios del INEE: “la Ley reglamentaria [Ley del Servicio Profesional y del INEE] fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio…”(artículo 3). Así, no sólo el centro es quien determina qué debe enseñarse en cada rincón del país, sino también quiénes deben hacerlo (selección y despido de maestros) y quiénes deben encargarse de gobernar (puestos intermedios de dirección del sistema). Lo primero corresponde al Ejecutivo, pero lo segundo exclusivamente al INEE.
¿Qué significados trae esto? El primero, obvio, que un tema tan importante como los criterios para la selección de maestros y la conducción intermedia del sistema pasa a ser facultad de un organismo autónomo que no es parte del gobierno, no depende de él, ni él elige a sus integrantes. El segundo, es que entonces el llamar a cuentas y plantear cambios de rumbo en la educación que ya era difícil al ser facultad exclusiva del Ejecutivo, ahora es aún más difícil pues la parte central y estratégica de la educación (quiénes educan, quienes gobiernan) ya ni siquiera está en manos de la SEP o el presidente. El tercero, que este organismo puede tomar decisiones sobre esos temas con total independencia del gobierno, e incluso –como ya ocurrió en el 2015– confrontando públicamente a la SEP y para ello, aliándose con organismos privados. La reforma abrió la arena de belicosas pugnas burocráticas en torno a la educación. El cuarto, que como sólo le toca establecer lineamientos, no es gobierno y es autónomo, el INEE no se considera éticamente responsable de las consecuencias de sus decisiones, como la de sostener a toda costa la continuación de la evaluación. Ahí están los muertos y heridos de Nochixtlán, las y los despedidos, la terquedad en evaluar hasta el final (noviembre), pese a todo. El quinto, que la ley también le confiere al INEE la posibilidad de imponer sanciones a las autoridades educativas (incluyendo por supuesto a SEP) que no asuman sus lineamientos. El sexto y más importante, que la determinación de lineamientos y criterios para el ingreso y promoción a cargos de dirección le da al INEE un poder inmenso. Con el paso de unos años, a golpe de sanciones, lineamientos y criterios para despedir y seleccionar maestros ese organismo puede lograr un cambio radical en los docentes en todo el país; ir hacia un perfil moderno
, tecnológicamente avanzado, bilingüe (en inglés por supuesto) y ajeno y desdeñoso de los grandes compromisos pedagógicos y de política educativa que la educación mexicana tiene con los pueblos, comunidades, grupos originarios, los pobres de la periferia de las ciudades y las golpeadas clases medias. Es decir, quienes pueblan nuestras aulas. Un nuevo perfil también para los cargos directivos. La notoria y estructural afinidad que tiene el INEE burocrático e inflexible con la OCDE, Mexicanos Primero y otros grupos privados muestra hacia dónde apunta la silenciosa transformación del magisterio, de los cargos de dirección y, en consecuencia, del sistema educativo. Se trata de una colonización desde dentro del propio sistema –pero, al mismo tiempo, sin ser parte de él–, que deja a la educación aislada de las grandes transformaciones del país. El INEE es mucho más que una agencia recolectora de información y analista del sistema educativo. Es un proyecto transexenal creado por el Pacto por México para dejar lo sustancial de la educación fuera del alcance de todos, incluso del gobierno. Para que no cambie de dueño.
Todo esto, ha abierto una confrontación con las maestras y maestros de muy diversas entidades federativas que han venido construyendo una educación alternativa. Una evaluación desde abajo, centrada en la mejora de las condiciones de educación y de vida de los y las estudiantes. Una educación que busca retomar contenidos surgidos de las necesidades, cultura e historia de cada región para converger todas en una visión múltiple, plural del país y de la educación y, por eso, profundamente significativa para toda la República. Todo esto, en lugar de una burocracia ajena, centralizadora y autoritaria.
P.S.: Sí, un lago.
*Profesor-investigador, UAM-X