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Éxodo hacia el norte, impulso de energía vital

La activista está inmersa en la organización de la Cumbre Mundial de Madres de Migrantes en CDMX

“En Túnez me asombré de encontrar las mismas tragedias que he conocido desde hace tanto tiempo en Centroamérica: sentimientos idénticos, de creer que sus hijos están vivos. Y como aquí, las rutas y los cruces de personas son explotadas por los cárteles

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▲ Integrantes de la Caminata Migrante, principalmente hondureños, en la frontera sur de México.Foto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de octubre de 2018, p. 7

Inmersa en la organización de la próxima Cumbre Mundial de Madres de Migrantes Desaparecidos, que congregará en la Ciudad de México los días 2, 3 y 4 de noviembre a 100 mujeres africanas, asiáticas y centroamericanas que buscan a quienes dejaron sus tierras y nunca llegaron a algún destino, la activista Marta Sánchez Soler, directora del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), entiende el éxodo de hondureños hacia la frontera norte como la expresión de un impulso de energía vital de las poblaciones más sufridas del continente.

“Y eso –asegura– no hay quien lo pare”.

Explica: Lo que los impulsa es lo que les queda aún de fuerza para actuar, moverse, ir a algún lado, porque han entendido que no hay nada peor que ver pasar tu propia vida sin hacer nada.

Percibió esa misma energía durante sus giras de trabajo en Túnez, donde constató que es esa misma fuerza la que mueve incontenible a las masas de africanos que se embarcan en las costas del norte de África a pesar de que son cientos los naufragios reportados cada año. Y en la región de Asia Pacífico. Y en Medio Oriente...

De ahí nació la idea de realizar la cumbre mundial de madres, que se desarrollará en el contexto del Foro Mundial de las Migraciones en el Centro Cultural Tlatelolco.

“Vienen delegaciones de Melilla, Marruecos, Mauritania, Libia, Senegal, Argelia y Túnez. Por el momento tenemos problemas con los visados. Algunos no tienen solución, como es el caso de las mujeres de la región de Asia-Pacífico. Ellas mismas son indocumentadas en Filipinas y Bangladesh. Vamos a escucharlas en una transmisión de video.

Pero las de África podrían venir a México con una visa Schengen. En las embajadas les están exigiendo visa mexicana para darles la Schengen. Eso es lo que estamos tratando de resolver.

–¿Cómo nace la idea de una cumbre mundial de madres de migrantes desaparecidos?

–En 2013, en el Foro Mundial de las Migraciones en Túnez, empecé a conocer a las organizaciones de madres con hijos desaparecidos de esa región. Estaban organizadas por naufragio: un grupo del naufragio X de tal fecha, que zarpó de tal lugar, y luego otro X y otro Y. En (la ciudad de) Raf Raf me entrevisté con varias de ellas, increíblemente lastimadas. De esas costas salieron barcos y se sabe de centenares de naufragios desde 2011 a la fecha. Hay mujeres que nunca más han podido comer pescado, porque imaginan que ellos a su vez pudieron alimentarse con sus hijos. Me asombré de encontrar ahí las mismas tragedias que he conocido desde hace tanto tiempo en Centroamérica: sentimientos idénticos, de creer que sus hijos están vivos.

Pero, además, entendió que existe otro denominador común: “Me resultó claro que los barcos –o ni siquiera barcos, sino pangas en ocasiones– son controlados por el crimen organizado. Lo mismo que en el sur y norte de Italia, incluso en el sur de Francia: los centros de acogida y las rutas son dominadas por la mafia calabresa de la N‘Dranghetta. Como aquí, que las rutas y los cruces de personas son explotadas por los cárteles”.

De la desesperanza a la fuerza

Las décadas de activismo con las centroamericanas permitió a Marta Sánchez identificar otra referencia entre las dos regiones: Cuando conocí a las madres magrebíes estaban en esa etapa del duelo en la que sólo es el llanto. Me recordó cuando 20 años atrás conocí a las madres centroamericanas detenidas en el sólo llorar. Todavía no transitaban a ser sólo víctimas a ser luchadoras. Hoy esas organizaciones han evolucionado y han logrado interiorizar el concepto de lucha, la misma transformación que antes vi en las centroamericanas a lo largo de las caravanas que organizamos anualmente: de la desesperanza a la fuerza por medio de la lucha colectiva.

En abril, de vuelta en el Magreb, Sánchez Soler, ella misma hija del exilio español, asegura haber tenido una visión: Sabíamos que el problema de la desaparición de migrantes era un tema mundial. En todos lados hay miles y miles de mujeres que buscan a un hijo migrante desaparecido. Y por lo general la gente de eso no tiene conciencia. Ahí entendí que ya, que ahora era el momento de globalizar el movimiento que habíamos impulsado. Era ahora, no mañana, no antes. Es el momento de que las madres del mundo tuvieran contacto, pudieran compartir experiencias y organizarse. Dar un paso más.

–¿Cómo fue que otros colectivos empezaron a ver el trabajo del MMM como referente?

–Hemos recorrido Túnez, Libia, Argelia, Marruecos e Italia hablando de nuestro trabajo con las mujeres con hijos desaparecidos. Cuando hemos vuelto a verlas ya se han transformado: ahora ellas también van a las caravanas de búsqueda a Italia o salen a protestar ante las embajadas: resisten. Sobre todo en Italia, que tiene tiene una política xenofóbica y también buena parte de la población que actúa agresivamente contra los migrantes.

El largo brazo del crimen organizado

–Sobre el denominador común en el tráfico de personas en todo el mundo: el control del crimen organizado.

–Eso me ha quedado claro porque lo he visto. Las mafias controlan en todos los países a los flujos de migrantes que se mueven de un lado al otro.

Por ejemplo, en el sur de Italia, en Calabria, pudimos ver directamente la actuación de la mafia de la N‘Dranghetta en los centros de acogida de migrantes. Constatamos que en Catania esta mafia le renta al gobierno, con jugosos contratos, los locales donde se asienta el centro de acogida. Ahí miles de subsaharianos tienen que esperar por años documentos que les permitan seguir el viaje. Mientras, son explotados y abusados. Yo les vi la cara porque fueron a retarnos a una de las reuniones que teníamos con los refugiados.

En el norte, en Piamonte, conocí a la dueña de un pequeño restaurante que decidió dedicar uno de los cuartos de su local a atender a niños pequeños migrantes, a darles comida, juegos y medicina. Su negocio está a punto de la quiebra porque la población local la boicotea por hacer esa labor. De ese tamaño están el racismo y las ideas fascistas en esa zona.

Por eso los albergues tienen que ser clandestinos y quienes ofrecen refugio son amenazados. Y es la misma mafia en el sur de Francia. Es muy parecido al control que tienen los cárteles del narcotráfico mexicano en todas las rutas de la migración, que tenemos muy bien documentada.

En México el crimen organizado determina los cruces, los horarios, las agendas, las cargas, obviamente, en colusión con los gobiernos de México y Estados Unidos. Manejan todo el contrabando: desde droga, armas o cigarros y personas.

–¿Hay trabajo conjunto entre los colectivos de madres centroamericanas que buscan a sus hijos en México y madres mexicanas que buscan en fosas, descampados, a la orilla de los caminos?

–Sí, sucedió en 2012 cuando invitamos por primera vez a madres mexicanas a participar con nosotras en las caravanas. Ahí empezó una conexión muy fuerte. Un momento clave, maravilloso por esa comunicación que se logró, fue cuando en plena Feria Internacional del Libro en el Zócalo invitaron a la caravana centroamericana a dialogar con la gente y a la carpa central se presentó un grupo de madres mexicanas y se vieron las caras, dialogaron y empezaron este proceso importantísimo. Bueno, eso es lo que esperamos ahora que suceda, cuando se vean las caras las latinoamericanas con las africanas y las asiáticas.