ue no es otra cosa más que una saludable, sencilla y sinérgica síntesis de Cepromusic y Metrópolis. Cepromusic es la institución de investigación, experimentación y ejecución musical cuyo ensamble se ha convertido en años recientes en el principal referente del quehacer de la música contemporánea en México, particularmente en lo relativo a obras interdisciplinarias y multimedia. Metrópolis (1927) es la formidable película muda de Fritz Lang (¿de ciencia-ficción, o de sociedad-ficción?) que a lo largo del tiempo se ha ido completando con fragmentos rescatados de aquí y de allá, y cuyo fascinante contenido visual y narrativo ha dado lugar a numerosos intentos de re-musicalizarla. (No olvidar que el filme cuenta con una espléndida música original de Gottfried Huppertz). Uno de esos intentos, muy reciente, está contenido en la soberbia partitura que redactó el compositor argentino Martín Matalón.
Hace unos días, el Ensamble del Cepromusic musicalizó en vivo Metrópolis con la partitura de Matalón, con resultados más que encomiables. La sesión se realizó en el teatro Julio Castillo, con la dirección musical de José Luis del mismo apellido que el teatro. Matalón propone un ensamble con apenas dos cuerdas, una buena dotación de maderas y metales, mucha percusión, arpa, y la interesante y bien aprovechada inclusión de guitarra y bajo eléctricos; como complemento, una muy bien integrada pista de sonidos electrónicos. En este ejercicio de musicalización de Metrópolis,el compositor ha logrado una continuidad musical que puede apreciarse sobre todo a partir de un concepto: tensión, una tensión dramatúrgica que no decae nunca y que da a la obra conjunta filme-música una notable coherencia. Desde el inicio, Matalón plantea una serie de bien hilvanados hechos sonoros, anclados sólidamente en bloques tímbricos y en patrones rítmicos, que aluden de manera directa al espíritu industrial/maquinista que anima en su centro al filme de Lang. A lo largo de la partitura, el compositor propone algunos momentos puntuales de sincronización abiertamente programática (muy bien logrados por el ensamble y su director) pero dosificados con la inteligencia suficiente para no caer nunca en el feo vicio del mickeymousing.
De entre muchos, rescato algunos momentos especialmente brillantes de esta metropolitana música: la portentosa secuencia del estallido de la Máquina-Moloch, la demencial danza erótica de la bailarina en Yoshiwara y, sobre todo, la sugestiva sonoridad metálica lograda por Matalón en la primera aparición del robot, una sonoridad que, sabiamente combinada con el elemento electrónico, tiene continuidad para ambientar las secuencias que ocurren en el laboratorio de Rotwang, el científico loco de Metrópolis. La partitura creada por Matalón es de una gran homogeneidad en su concepto, con una gran variedad sonora, es poderosa y expresiva y, a la vez, de una contemporaneidad inconfundible. Mientras buscaba en mi cabeza un posible adjetivo único para describir esta música, vino a mi rescate Jean-Paul Bernard, director artístico de Las Percusiones de Estrasburgo, quien comentó: ‘‘Esta es música sicodélica.” Mientras se me ocurre una mejor descripción, me quedo con ésta, que creo bastante acertada. Entre los méritos de esta muy buena sesión de Cepromusic + Metrópolis está el hecho de que se proyectó la versión más completa posible de la película, con las secuencias recientemente halladas en Argentina.
El resultado musical, de primer orden, gracias a la calidad de los integrantes del Ensamble del Cepromusic y, sobre todo, al hecho de que José Luis Castillo sigue demostrando ser un experto en el fascinante oficio de sincronizar música con cine.
No todo fue brillante, sin embargo. Los subtítulos presentaron momentos lingüísticos francamente macarrónicos, estuvieron muy incompletos (caso grave para quien no conoce el filme Metrópolis a fondo y no lee alemán) y en muchos momentos se proyectaron con un timing bastante asincrónico. Detalles no menores a corregir en el futuro.