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Democracia paritaria
E

l cambio de régimen que estamos viviendo, además de significar un cambio cualitativo ante el deterioro institucional y de la élite política, está acompañado de un avance sustantivo en la democracia paritaria. En la composición de los nuevos gobiernos se está logrando la igualdad de número y derechos de las mujeres que formarán parte de los órganos de gobierno.

No es fácil de creer, pero apenas hace 50 años la sociedad mexicana empieza a aceptar que las mujeres no son inferiores a los hombres, que ellas tienen capacidad para gobernar. Apenas en 1976 una mujer ocupó por primera vez el cargo de secretaria de Estado, y en las siguientes administraciones, solamente 20 por ciento de mujeres han formado parte del gabinete ampliado, en el nivel de subsecretarías de Estado el porcentaje ha sido de 15 por ciento. El caso de las gubernaturas es grave, 93 por ciento las han ocupado hombres, con una variación que ha ido de 6 a 3 por ciento de mujeres. En el Poder Legislativo la participación de senadoras varió de 3 a 16 por ciento hasta 2012, y la de diputadas fue de 11 a 28 por ciento, a pesar de que desde 2002 se mandató una cuota máxima de 70 por ciento para candidaturas de un mismo sexo.

En el Poder Judicial la representación de mujeres es de 18 por ciento, incluyendo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Solamente las magistradas electorales alcanzan 40 por ciento. Y a pesar de que desde 2009 se signó un acuerdo para impartir justicia con perspectiva de género, los avances son poco significativos, hay una gran necesidad de sensibilizar a juezas, jueces y magistrados/as para juzgar con esa perspectiva. La participación de mujeres en organismos autónomos electorales no ha superado 30 por ciento y al interior de los partidos la situación no es distinta; en México, como en América Latina, 16 por ciento de mujeres han ocupado el puesto de presidentes de partido, mientras que más de la mitad de la militancia son mujeres (Blanca Olivia Peña, La igualdad de género y el derecho a participar en asuntos públicos, en: Silvia López et al., 15 años de políticas públicas de igualdad, El Colegio de la Frontera Norte, 2014).

Fue hasta el año 2014 cuando la reforma electoral elevó a rango constitucional la garantía de paridad entre mujeres y hombres en las candidaturas a la Cámara de Diputados, Senado y congresos estatales, de ahí la gran diferencia ocurrida en la reciente contienda de 2018. Un análisis reciente de Karine Tinant y Mariana Arzate de El Colegio de México señala algunas características distintivas entre las candidatas y los candidatos que contendieron este año. Las autoras encontraron que hay más candidatas que candidatos con formación académica sólida (posgrados), que hay mayor experiencia política en los candidatos hombres y que las candidatas son mucho más jóvenes que ellos. En los casos estudiados, encontraron que por lo menos 16 de los 58 candidatos han sido involucrados en escándalos de fondos, agresiones, secuestros y nexos con el crimen organizado, en tanto que sólo 3 tres de 47 candidatas habían sido acusadas por desvío de fondos. Al respecto, pienso que no se puede afirmar que las mujeres son más honestas, pero sí que la cultura nos forma para apegarnos más a las regulaciones culturales y legales.

Hoy por primera vez en la historia del país, la mitad de las diputaciones y de las senadurías están ocupadas por mujeres, y sin haber un mandato constitucional, el gabinete federal en transición se conforma por ocho mujeres y nueve hombres, tal como en el año 2000, cuando López Obrador integró su gabinete para el Distrito Federal; también el gabinete de Ciudad de México, además de estar encabezado por una mujer electa, ella nombra a nueve mujeres y ocho hombres para encabezar las secretarías de Estado. La paridad es una medida compensatoria que hace justicia a muchos años de discriminación y logra que la mitad de la población tenga una proporción similar de representantes. Lo que está por verse es si las mujeres que hoy tenemos mayor presencia en puestos de decisión ,¿podremos lograr un cambio en la cultura de género?

Twitter: @Gabrielarodr108