La reforma energética a debate en la Cámara de Diputados dio cauce a posturas discordantes entre legisladores de Morena y del Partido Revolucionario Institucional (PRI). De un lado se reprocharon los resultados de la producción petrolera y el efecto pernicioso en los bolsillos de los consumidores, y del otro se ponderaron –a dos años de la aplicación de esa norma– el grado de crecimiento de la industria y el cuidado del medio ambiente.

Dolores Padierna Luna y Carol Altamirano, de Morena, y Enrique Ochoa, del PRI, expusieron criterios discordantes en la instalación de la Comisión de Energía en San Lázaro.

El ex director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Ochoa Reza, adujo que el sector energético produce un círculo virtuoso, pues conforme crece la economía se demanda mayor consumo de combustibles, gasolina, gas natural y energía eléctrica.

Si queremos que nuestro país crezca a 4 o 5 por ciento, el sector energético tendrá que crecer por arriba de ello cada año durante la próxima administración y para adelante. Descansa en esta comisión corregir lo que se tenga que corregir e impulsar lo que ha funcionado, para que efectivamente el sector energético ofrezca combustibles oportunos, seguros y a precios competitivos.

Para Padierna, “desde la discusión en 2013 y 2014 de la reforma energética, quedó claro para muchos de los legisladores que la fracturación hidráulica para extraer gas natural o gas shale –técnica conocida como fracking– era no sólo peligrosa por sus efectos ambientales, sino contraproducente para nuestros recursos naturales, incluyendo el agua”.

Para su compañero de bancada, Carol Altamirano, “los datos duros ponen en evidencia que la reforma energética es un fracaso. Nada de lo que prometieron PRI, Verde y Acción Nacional se cumplió.

“Por el contrario, hay datos concretos para señalar el fracaso de la reforma a cuatro años de su entrada en vigor.

Existe una caída de la producción de petróleo. En 2004 se extrajeron 3.3 millones de barriles diarios, pero la producción actual es de 1.8 millones de barriles diarios. Es decir, hay una caída de 44.5 por ciento; más de 73 por ciento de la demanda nacional de gasolinas se abastece con importaciones, así como 64 de la demanda nacional de diésel y de gas.