Opinión
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Desde el otro lado

Hipocresía

E

l actual gobierno de Estados Unidos se ha propuesto desprestigiar a sus propias instituciones, sin importar que con eso se erosione su democracia. La mascarada que el Partido Republicano organizó en su necia empresa de confirmar al juez Brett Kavanaugh como ministro de la Suprema Corte no tuvo límites. Los senadores republicanos actuaron con inusitada premura y falta de pulcritud en el proceso para ratificar a una persona quien, a juicio de connotados especialistas, carece de la estatura moral que se requiere para ese cargo. Después de tan atropellada decisión ya no está claro si siguieron a pie juntillas las órdenes de un presidente que no se distingue precisamente por su buen juicio y moderación o actuaron por cuenta propia al avalar el nombramiento del elegido por Trump. El desprestigio para el Senado crece al parejo con el del presidente, y por lo visto también arrastrará a la Suprema Corte. Las dudas sobre el pasado de Kavanaugh persisten, pero de lo que ya no quedan dudas es de su incapacidad para actuar como juez después del temperamento explosivo que demostró en su comparecencia.

Producto de la insistencia de los senadores demócratas, y de miles de mujeres en todo el país, los republicanos aceptaron que el FBI investigue las acusaciones que por lo menos tres mujeres hicieron contra Kavanaugh por haberlas agredido sexualmente. Sin embargo, el presidente ordenó que la investigación fuera limitada en sus alcances y no excediera de una semana. A fin de cuentas, los resultados, como no podía ser de otra manera debido a las limitaciones impuestas, fueron inconclusos y se le dio carpetazo a pesar de que a la fecha hay aproximadamente 40 personas dispuestas a declarar sobre la reprensible conducta del ahora juez.

Es evidente que la prisa de los republicanos por confirmar a Kavanaugh en la Suprema Corte es la proximidad de las elecciones en las que el Partido Demócrata pudiera ganar la mayoría en el Senado. De ser así no se descarta la posibilidad de que rechace la nominación de cualquier candidato que el presidente hiciera. Cuando el líder republicano acusó al Partido Demócrata de querer retrasar la confirmación de Kavanaugh por motivos políticos le recordaron que no olvidara que durante más de un año él evadió someter a discusión al candidato que Obama había nominado con el mismo fin. La hipocresía que se esconde en el reclamo del republicano a los demócratas fue el colofón de la agresión que todas las mujeres sufrieron con esta farsa.