El retador oficial gana su derecho a golpes. Es el que subió en una clasificación paso a paso hasta convertirse en el aspirante ineludible al cinto que defiende un campeón. Un rival, por tanto, que puede ser muy peligroso. Ese riesgo lo conoce en carne propia el monarca superpluma del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Miguel Berchelt, a la espera de su próximo rival, Miguel Román, el 3 de noviembre en El Paso, Texas.

Yo fui retador y sé lo que significa pelear contra todos los pronósticos, y aun así gané mi campeonato, recuerda; además, hay algo oculto que te impulsa a sobreponerte a cualquier obstáculo, por eso un retador oficial puede más peligroso que un rival opcional.

Román trabajó duro para convertirse en el retador oficial al título que posee Berchelt. Incluso reclamó alguna vez al CMB que no le reconocían ese derecho, a pesar de que había ganado una eliminatoria. Desde que fue anunciado como rival obligatorio no quita la vista de su objetivo.

Para Román este puede ser el último tren, acepta Berchelt; quemará sus naves porque puede ser su última oportunidad para una pelea de campeonato del mundo; si no lo consigue, será difícil que le den otra pelea de título.

Berchelt habla desde un lugar en el que ha estado parado. Por eso lo toma con seriedad. Aun cuando el propio Román ha reconocido que el campeón es superior en todos los sentidos, y aun así siente un hambre infinita que le da confianza.

Estoy de acuerdo con Román: soy superior de cabo a rabo, dice sin asomo de soberbia, sino de alguien que conoce su trayectoria; soy más joven, incluso, pero eso no define a un ganador.