Hace medio siglo Vicente Rojo, Aceves Navarro y muchos más se solidarizaron con los jóvenes
Miércoles 3 de octubre de 2018, p. 3
Hace 50 años los lienzos expuestos en la desnudez de la espalda, como un cartel de protesta, durante la exposición colectiva Obra 68 fue un acto de artistas contra la violencia y represión gubernamental infligidas a estudiantes universitarios. Ahí decidieron voltear sus pinturas como signo de desaprobación a lo que sucedía.
‘‘¡Donde hay represión no me puedo expresar! Cuando hay agresión no me puedo callar”, escribió Gilberto Aceves Navarro con motivo de la exhibición de obra artística en el Salón de la Plástica Mexicana, entonces ubicado en Havre 7, durante agosto y septiembre.
Aceves Navarro no fue el único, pues Mario Orozco Rivera consignó: ‘‘Estoy en contra de la agresión a la inteligencia, por eso volteo mi cuadro. ¡Vivan los estudiantes revolucionarios!”, mientras Alfredo Falfán repudió las agresiones del gobierno. La defensa de la libertad de expresión y de la cultura, así como la solidaridad con las actitudes revolucionarias, prevalecieron en estas pintas improvisadas de arte al revés.
La crítica de arte Raquel Tibol escribió que ‘‘ninguna escultura, ningún cuadro en esa muestra, denotaba conflicto social alguno, aunque se había inaugurado poco después de la violentas y trágicas represiones a los estudiantes de los días 26 de julio y subsiguientes”.
Fueron ‘‘actitudes generosas las de estos artistas, demostrativas de la muy amplia resonancia nacional de la lucha iniciada por los estudiantes y profesores universitarios y politécnicos. Este acto de solidaridad colectiva cobraba especial importancia en un grupo de artistas que pocos años antes habían seguido no sólo el pulso del medio artístico sino, también –y algunos de ellos solían hacerlo con bastante fuerza, agudeza y fantasía–, el del cuerpo social en su conjunto”.
Euforia pictórica y música
Esa no fue la única vez que artistas manifestaron su repudio a las acciones del Estado y se unieron solidariamente a las demandas de los jóvenes estudiantes. En las marchas participaron para hacer saber que no estaban al margen, sino comprometidos, como ha relatado Aceves Navarro.
Una fiesta fue la que se vivió durante los domingos de septiembre en Rectoría, en las actividades convocadas por el Comité de Huelga en la explanada de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ahí, artistas realizaron un mural colectivo y efímero sobre las láminas acanaladas que tapiaban la ya damnificada y desdeñada estatua de Miguel Alemán, que había sufrido dos atentados.
Las láminas, de 10 por 12 metros, fueron rodeadas por andamios ocupados de manera alegre, comunal y autónoma, con figuras y colores improvisados, sin ningún diseño previo; tampoco se asignaron espacios.
Vicente Rojo, José Luis Cuevas, Adolfo Mexiac, Benito Messenger, Fanny Rabel y Aceves Navarro fueron algunos de los partícipes de la euforia pictórica, en la que no faltaron ni música ni discursos.
El zacatecano Manuel Felguérez, entonces a punto de cumplir 40 años, representante de artes plásticas del Comité de Lucha de Artistas e Intelectuales, organizó la intervención para crear el mural colectivo en Ciudad Universitaria. ‘‘Fue un arte colectivo, público y efímero”, escribió Felguérez. Luego, entró el Ejército al campus.
La acción quedó consignada en un breve video realizado en 1968 por Raúl Kamffer, así como el documental Trazos en trozos: mural efímero, México 68, dirigido por María Judith Alanís Figueroa, en el cual se entrevista a varios participantes.
El Salón Independiente fue otro de los resultados subversivos surgidos en los meses convulsos del movimiento estudiantil.
Como parte del programa cultural por los Juegos Olímpicos, el gobierno mexicano convocó a participar en la Exposición Solar para proyectar un país en esplendor. Sin embargo, un grupo de creadores decidió hacer un boicot en protesta por la represión y la violencia; luego montaron su propia muestra.
Felguérez consignó: ‘‘Pensamos que era muy feo participar con un Estado represor y decidimos no hacerlo”. Entonces, junto a Brian Nissen y Kasuya Sakai, ‘‘corrieron la voz” con la finalidad de reunirse en la Galería Pecanins para esta exhibición alterna, a la que cada artista llevó dos obras. Se inauguró el 4 de octubre en la Casa Isidro Fabela.
En sus memorias, Nissen escribió: ‘‘Estábamos muy enojados por las decisiones que se tomaban desde las instituciones de la cultura oficial, por el maltrato del mal gobierno. Ese fue el motivo por el cual no quisimos colaborar con ellos. Hicimos el Salón Independiente por nuestra cuenta, con nuestros recursos y con mucho espíritu. Fue una aventura muy enriquecedora”.
Helen Escobedo, Alberto Gironella, Rafael Coronel, Vicente Rojo, Roger von Gunten y Felipe Ehrenberg acudieron al llamado.
Al año siguiente se organizó el segundo Salón Independiente, en el que participaron unos 50 artistas, quienes acordaron crear piezas de papel periódico para destruirse al concluir la exposición. El tercer Salón Independiente, fue el último, ‘‘por diferencias entre los integrantes”. La organización de esta revuelta, no sólo fue un acto de protesta, sino parte de la ruptura de la comunidad artística en México.