Martes 2 de octubre de 2018, p. 9
A teatro lleno, Paquita la del Barrio brindó sus temas a abigarrada concurrencia en velada dominical en el Metropólitan, que tuvo a la Sonora Santanera como telonera.
La cantante demostró su vigencia luego de una carrera que suma ya un buen número de años; su cauda de seguidores se dejó retratar en la taquilla o bien esquilmar en la reventa para esta sesión de contrastes, que varió desde las simplezas de Panchito, el que anda siempre muy bien vestidito, a las crudas confesiones de los triples engaños, primero por coraje, luego por capricho y ya, encarrerada, por el mero gusto.
Y aquí estoy entre botellas, apagando con el vino mi dolor
, sorprendió Paquita a la galería a manera de encore de la Santanera, que ahora es la original y única, tras concluir la lucha legal por el nombre. Fue nada más la probadita, con un aderezo de confesión larística, que dice que solamente una vez amó en la vida.
Uno a uno, Paquita la del Barrio desgranó sus éxitos; algunas mujeres hasta el pañuelo sacaron luego de corear las letras de amor y desamor y, ya en broma o en serio, aprovecharon la ocasión para el reclamo conyugal, pues la ocasión es propicia, ya que el Metropólitan devino gigantesca cantina con servicio a la butaca.
Incansable y alentada por el respetable, Paquita la del Barrio le dio vuelo, acompañada por mariachi y tambora sinaloense, a las conocidas y favoritas con sus invitaciones a pecar, al lamento de haber sido invitada a una cama ajena sólo para escuchar ronquidos de un inútil, a fustigar a un viejo rabo verde.
Paquita se quejó de deslealtades y engaños y, hasta con señas, de sus zapatos de tacón, que presuroso, su mozo de estoques o, en términos más elegantes, ujier, rápido le cambió por unas confortables chanclas, como esas que la cantante dice tirar y no volver a levantar.
Raaata, de dos patas
, y atruena el aplauso y la ovación, pues en el ciclorama de videos aparece la imagen de Donald Trump.