as multitudinarias marchas realizadas ayer en las principales ciudades de Brasil para repudiar al candidato presidencial de extrema derecha Jair Bolsonaro –protagonizadas mayoritariamente por mujeres– constituyen una respuesta a las numerosas y variadas expresiones de racismo, misoginia y demás prejuicios sociales que casi a diario vierte el ex militar y actual diputado por el Partido Social Liberal de aquel país.
En esta ocasión la columna vertebral de las manifestaciones fue un agrupamiento de distintas organizaciones de mujeres unidas bajo la consigna Ele Não (Él No), que expresa la alarma que un amplio sector de la ciudadanía siente ante la posibilidad de que Bolsonaro acabe en el Palácio do Planalto, sede del ejecutivo brasileño. El rechazo de las manifestantes no es gratuito, porque la serie de declaraciones insultantes que sobre el sexo femenino ha pronunciado el capitán retirado no tienen parangón en el ámbito político local. Desde jactarse de tener cuatro hijos varones, pero después descuidarme, porque vino una mujer
, hasta decirle a una diputada del Partido de los Trabajadores (PT) que estaba demasiado fea para violarla
, el candidato de la derecha del Brasil ha hecho público un pensamiento que soporta muchos calificativos menos el de progresista.
Las fobias de Bolsonaro van más allá de la misoginia e incluyen a homosexuales, afroamericanos (si en la función pública colocan mujeres porque sí, también voy a tener que contratar negros
, dijo en marzo de este año), comunistas y pobres de cualquier sexo. En una entrevista radial transmitida en 1999 le dijo a su entrevistador Estoy a favor de la tortura, y tú lo sabes
, y en otra de 2016 afirmó que El error de la dictadura fue torturar y no matar
(se refería a los gobiernos surgidos del golpe militar registrado en 1964 en Brasil).
A comienzos de este mes, cuando se hallaba en un acto de campaña, el polémico candidato fue apuñalado por un individuo que una vez apresado declaró seguir órdenes de Dios, en un episodio que aún no se ha aclarado debidamente. Uno de los hijos del agredido –Flavio– se apresuró a declarar que con ese acto los brasileños acaban de elegir al presidente
; mientras el propio Bolsonaro, desde su cama de hospital (de donde fue dado de alta ayer sábado), fortalecía la idea advirtiendo que no aceptaría un resultado adverso en las elecciones, cuya primera vuelta tendrá lugar el próximo 7 de octubre.
La pregunta de si este representante de la ultraderecha continental logrará acceder al poder en la nación más extensa de América Latina no es fácil de contestar: la dirigencia del PT asegura que la mayoría del electorado no comparte las ideas de Bolsonaro, pero muchos votantes que no simpatizan con el ex militar dicen que harían lo que sea para que el PT no regrese al poder. La derecha brasileña, desde luego, está con él, y las recientes tendencias comiciales en los países lationamericanos donde ha habido elecciones indican una preocupante inclinación de los electores hacia la derecha.
Lo que parece claro es que un eventual triunfo del candidato socioliberal sería un retroceso para la democracia y un espaldarazo para las deleznables causas del racismo, la exclusión, la misoginia, la homofobia y el atraso en materia social.