l cielo llora esta tarde en que la gente recorre las calles de México con la convicción, el amor y la indignación. Esas tres cosas hacen un tipo de marcha distinta que se alarga por las calles que la acogen.
Es 26 de septiembre, cuatro años después. Una ciudad más amable con la gente en la calle que se moja hasta los huesos, pero las voces no se apagan. Ayotzi vive
, cantan los normalistas. Y claro que esta marcha es una muestra de ello. Todo es parte de una semilla. Esas cosas pequeñas que lo pueden todo.
Hay nuevos aires en este México, cuyo sistema se fue a pique. Aunque esa es una tarea ardua, la gente lo sabe. El sistema siempre tiene una burocracia dispuesta a reproducirse. Tenemos un nuevo tiempo entre las manos.
En la reunión ayer con los familiares de los 43 casi no se podía hablar. No se puede decir que la emoción era demasiada, porque era la que tenía que ser después de dos años de no vernos, y de este tiempo, como decía Hanna Arendt, el tiempo intermedio que está determinado por las cosas que ya no son, pero también por las que todavía no son.
El cielo no deja de llorar esta noche que se alarga. Tal vez recuerda que este tiempo es demasiado, para tanto amor y tanta necesidad de saber.
* Ex integrante del GIEI, médico y especialista en mediación de conflictos