En 1959 fue testigo de una matanza de estudiantes por el ejército de la dictadura en su natal Nicaragua; esa historia se repite, ‘‘pero multiplicada’’, dijo el colaborador de La Jornada
Jueves 27 de septiembre de 2018, p. 5
Monterrey, NL. El escritor Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, 1942) es un hombre marcado por el dolor de la realidad. Así lo reconoce porque a los 17 años vio morir a dos de sus compañeros de clases bajo las armas de una dictadura en su natal Nicaragua y hoy, 59 años después, revive el mismo sufrimiento ‘‘pero multiplicado”.
La tarde del martes, Ramírez fue investido con el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), junto con el primer actor Ignacio López Tarso y José Sarukhán, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El tema de la crisis gubernamental en la patria del autor de Margarita, está linda la mar (premios Internacional de Novela Alfaguara 1998 y Casa de las Américas de Novela 2000) fue ineludible, lo mismo en una rueda de prensa antes de la ceremonia que en el discurso donde la voz de Ramírez se quebró al recordar a sus amigos de juventud.
‘‘La tarde del 23 de julio de 1959, el mismo año en que llegué a estudiar a León (en la Universidad de Nicaragua), se produjo una masacre de la que fui sobreviviente y que marcó mi vida para siempre, cuando el ejército de la dictadura atacó una manifestación de estudiantes.
‘‘Érick Ramírez, mi compañero de la clase de derecho, estaba tendido en la calle, tenía un orificio en la espalda; me arrodillé a su lado para decirle que lo llevaríamos al hospital pero cuando lo volteé vi que tenía el pecho desflorado por un balazo de fusil militar”, compartió el colaborador de La Jornada.
Acto en el Teatro Universitario
Unas mil personas abarrotaron el Teatro Universitario y guardaron absoluto silencio durante varios segundos mientras veían al hombre de destacada estatura y andar pausado luchar para que el sentimiento no lo desbordara.
Sergio Ramírez se recompuso, se acomodó la toga y el birrete y luego de un suspiro prosiguió: ‘‘Empezamos a subir a los heridos y muertos en taxis y vehículos particulares decididos a llevarlos al hospital, lo logramos y de pronto en medio de la confusión me vi en la morgue y descubrí sobre una de las losas a Érick y en otra a Mauricio Martínez, también compañero de banco.
‘‘Los tres nos sentábamos juntos en la primera fila, los tres teníamos 17 años y ahora ellos dos estaban desnudos sobre las losas bajo el chorro de una manguera que los lavaba. ¿Cómo se entiende esto de la muerte a los 17 años? Es una historia que hoy vuelve a repetirse en Nicaragua, sólo que multiplicada”, dijo.
Y en los asientos de la segunda fila, dos jóvenes estudiantes cuchicheaban un descubrimiento: ‘‘está hablando de la gente que está matando el gobierno en Nicaragua”, dice una y la otra pregunta: ‘‘¿cómo a los que mataron aquí en el Tec?” y la respuesta es categórica: ‘‘No, aquí fueron dos, allá ya van muchos”.
De acuerdo con Álvaro Leiva, presidente de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, al 27 de julio, cuando se cumplieron 100 días de las protestas ciudadanas contra las reformas del gobierno en seguridad social, se habían contabilizado 448 muertos, 595 desaparecidos y 2 mil 830 heridos.
Sergio Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua de 1985 a 1990 y uno de los más entusiastas impulsores del Frente Sandinista de Liberación Nacional que logró derrocar a Anastasio Somoza y es el partido que hoy gobierna, con Daniel Ortega en la presidencia.
El artista no debe callar ante la injusticia
En entrevista con La Jornada, se inquirió a Sergio Ramírez sobre su relación con el sandinismo, del cual se distanció a finales de 2008, cuando Ortega lo vetó como prologuista de una antología del poeta Carlos Martínez Rivas.
Cauteloso, evita nombrar al comandante y presidente nicaragüense pero no deja de criticar la situación porque, asegura, es su deber como creador.
‘‘La crisis que vive el país es muy profunda y no deja de afectarme a mí como artista y como creador porque perturba mi trabajo literario; siempre he sostenido que el artista, el creador, es un ciudadano que no se puede callar ante las situaciones de injusticia y represión.
‘‘Por tanto, mi papel ha sido dejar oír mi voz en Nicaragua, no puedo ser un testigo silencioso encerrado en cuatro paredes. Siempre escribo escuchando los ruidos y clamores que vienen de la sociedad porque no podemos cerrar los oídos, es mi compromiso”, aseveró quien a sus 18 años de edad fundó su primera revista literaria (Ventana) y hoy ostenta los premios José Donoso (Chile, 2011), Carlos Fuentes (México, 2014), Cervantes (España, 2017) y las órdenes Caballero de las Artes y de las Letras (Francia, 1993 y 2013).
Cuando se le hace notar la ironía de haber alzado la voz contra un régimen de derecha y luego de acabar con él ahora de nuevo protestar pero contra un gobierno de izquierda, sonríe un poco y explica:
‘‘La historia de Latinoamérica está llena de vueltas y revueltas, de grandes contradicciones. A veces las revoluciones comienzan de manera épica y terminan de manera trágica.
‘‘La revolución en Nicaragua no es lo que está ocurriendo hoy día; eso fue una gesta de la historia y ahora vivimos una situación completamente diferente; lo que el pueblo de Nicaragua está buscando es democracia, libertad y justicia y yo acompaño a mis hermanos.”
Para despedirse, en su discurso, Sergio Ramírez Mercado compartió que una de las mejores lecciones que ha aprendido a sus 76 años es entender y respetar la diversidad en todas sus manifestaciones, especialmente en la política.
‘‘Aprendí que la diversidad es el universo, que ninguna parte puede faltar sin dañar a la otra; aprendí la máxima de Publio Terencio Africano: soy un hombre; nada humano me es ajeno”, concluyó.