El control de la mafia
s una verdadera lástima, pero las empresas que supuestamente son de todos los mexicanos se han convertido a lo largo de este sexenio en los grandes negocios de la delincuencia organizada. El vacío de poder que generó Enrique Peña Nieto durante su administración abrió las puertas a los grandes cárteles de la droga para que se apoderaran de las paraestatales.
El caso más grave es el de Petróleos Mexicanos (Pemex), bajo el mando de Carlos Treviño Magaña, a la que le roban más de 10 por ciento de su producción y comercialización de energéticos, principalmente mediante ductos y refinerías.
Lo peor de todo es que la lucha por el control de esta empresa no se presenta entre las autoridades y las bandas delincuenciales, sino que el gobierno ya dobló las manos y la lucha se presenta entre los grandes cárteles de las drogas, que tienen mayor poder que las autoridades. Entre esos grupos delictivos que participan en el despojo a Pemex se encuentran Los Zetas y los cárteles de Jalisco y del Golfo.
Por hablar de un caso concreto, en la refinería de Salamanca hay una lucha entre el cártel Jalisco Nueva Generación y el grupo delincuencial de Santa Rosa de Lima, ligado al cártel del Golfo. Ambos han mostrado su fuerza en videos, en los que se amenazan mutuamente.
El resultado de este vacío de poder en Pemex no sólo es el robo, sino una descomposición social en muchas poblaciones. En el caso de Salamanca, sólo a lo largo de este año han matado a cerca de 700 personas y en todo Guanajuato a mil 700, entre las que se encuentran varios trabajadores de Pemex que se niegan a participar en el negocio ilícito o pertenecen a uno de los dos bandos.
En este negocio ilícito participan todo tipo de actores sociales, desde líderes de las bandas y sicarios comunes, hasta poblaciones enteras que se benefician del robo, autoridades locales, dueños de gasolineras, empresarios que utilizan el combustible robado y trabajadores de Pemex de diversos niveles.
¿Qué es lo que hace el gobierno ante esta situación? Prácticamente nada. Sólo espera que se termine el sexenio para que la próxima administración tome cartas en el asunto.