Lunes 24 de septiembre de 2018, p. 33
Guadalajara, Jal., A simple vista parece un día de trámites burocráticos. Hay que hacer fila –una parte de pie; otra, sentado– en un reducido espacio. Después llenar un formulario, presentar identificación oficial para que le saquen copia y finalmente acudir a un consultorio del centro de salud, donde la gente hace otra fila para dejar, con más esperanza que dolor, una muestra de sangre.
El centro de salud de Tlajomulco y el dispuesto en la colonia La Penal, en Guadalajara, han tomado centenares de muestras de ADN de familiares de personas desaparecidas. Muchos de ellos viajaron desde otros estados al enterarse del escándalo del tráiler con 273 cuerpos sin identificar que circuló por tres municipio.
Una mujer en silla de ruedas y un hombre con cara de cansancio aguardan en línea junto con otras personas en busca de parientes.
Christian Aarón Reynoso, César Eduardo García Rodríguez y José Alonso Gómez comparten una vez más sus historias con los compañeros de fila. Las que sean necesarias, como leve consuelo y con la esperanza de que, entre compañeros de desgracia, surja alguna respuesta.
En su homilía en la catedral, el cardenal Francisco Robles Ortega se unió al clamor popular contra el maltrato a los cuerpos, la ineficacia en la identificación de cadáveres y el alto número de personas desaparecidas. Advirtió que lo ocurrido es un signo ‘‘de que la realidad los estaba rebasando.
‘‘No creo que lo hagan por desprecio, por mala voluntad. No quiero creer eso’’, expresó en referencia al caso del camión atestado de cadáveres.
Y mientras continuaba la toma de muestras de material genético y la Iglesia católica ofrecía servicios espirituales para cuando se realicen las inhumaciones de los cuerpos sin reclamar, la ciudad continuaba sumida en la violencia. Entre la noche del sábado y la madrugada de ayer se reportó el asesinato de cuatro personas, dos en Tlajomulco y dos en El Salto.