Lunes 24 de septiembre de 2018, p. 9
La compañía Cuerpo Mutable. Teatro de Movimiento ofreció ayer la cuarta y última función de la coreografía Nina en el Museo Nacional de San Carlos, con la cual la agrupación celebra su 36 aniversario.
Creada por su directora, Lidya Romero, es una pieza de sabor un tanto nostálgico que evoca al México de la primera mitad del siglo XX y que da cuenta de cómo se transformó el país en su tránsito hacia la modernidad, ese paso del ámbito rural al urbano.
Uno de sus elementos sustantivos, a decir de su autora, es el retrato que hace de cómo las mujeres se van empoderando al definir una nueva identidad citadina urbana que de origen no les corresponde.
Si bien fue estrenada apenas en agosto en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, producida por la Dirección de Danza de la Universidad Nacional Autónoma de México y con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, esta coreografía merodeaba desde hace varios años en la mente de Lidya Romero, quien también se encarga de su dirección.
“Nina es un personaje femenino del siglo XX que nace en una familia tradicional mexicana de provincia, de Guanajuato; es mi tía, y esa familia se viene a radicar a Ciudad de México. Es una época que abarca de los años 30 a los 60 del siglo pasado”, detalla.
Esa historia es en realidad un pretexto, pero me parece muy interesante tomar como punto de partida un personaje femenino que atraviesa el siglo XX y gran parte de los acontecimientos del México posrevolucionario
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La bailarina y coreógrafa afirma en entrevista con La Jornada que esta propuesta dancística, en la cual participan seis intérpretes, es una reflexión en movimiento sobre sus antecedentes personales, pero que bien pueden hacerse extensivos a todas las personas.
Con cerca de 50 minutos de duración, Nina tendrá cuatro funciones más a mediados de octubre en la Biblioteca Vasconcelos de Buenavista, todas gratuitas. En mayo y junio de 2019 regresará a la sala Miguel Covarrubias.