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Dinámica económica de hoy: la cuarta
E

l pensamiento económico crítico obliga a observar como eje esencial de análisis la tendencia de la rentabilidad general de la economía. Para evaluar la evolución global de la dinámica económica y caracterizar sus alzas y sus bajas. Más allá de la conducta del PIB. Se calcula la relación que guarda el excedente producido con la suma de activos utilizados y remuneraciones pagadas.

La aparente simplicidad de indicadores y relación es eso. Sólo aparente. Las preguntas surgen en el cálculo. ¿El excedente producido se identifica con el valor agregado de las cuentas nacionales o sólo con el excedente de operación? ¿Los activos a considera son todos o únicamente la parte productiva? ¿Qué tasa de rotación se le reconoce al monto pagado en remuneraciones, dado que las empresas no requieren todo lo que pagan, sino sólo la parte proporcional al periodo en que remuneran, semanal, quincenal, mensual?

¡Y qué decir si utilizar valores calculados a precios corrientes o precios constantes! ¡Y qué índices específicos de precios! Múltiples autores críticos de la economía ortodoxa –que hace las cuentas nacionales, por cierto– realizan cuidadosas estimaciones. Y proponen –con datos mundiales, regionales o nacionales– un comportamiento de largo plazo (posguerra a nuestros días), de la tasa general de rentabilidad. Sobresalen los trabajos de Anwar Shaik, David Harvey, John Bellamy Foster, Guglielmo Carchedi, Gerard Dumenil, Dominique Levy, Fred Moseley, Michael Roberts y Ben Fine, entre otros.

También y con una visión que ingresa en el debate sobre la financiarización como alternativa al descenso de esa rentabilidad general Costas Lapavitsas, Michel Hudson, Alessandro Vercelli, Mario Seccareccia, Bruno Bonizzi. Muestran, por lo demás, una tendencia general al descenso de la rentabilidad de la posguerra al inicio de los años 80. Y un comportamiento cíclico de mediados de los años 80 en adelante. Pero con un descenso sustantivo de mediados de la crisis de 2008 en adelante. En este contexto, hacer un seguimiento del comportamiento de la capacidad productiva instalada, de las remuneraciones y del excedente resulta fundamental. En particular y desde hace varios años el profesor Carlos Morera y quien esto escribe hacemos en la Universidad Nacional Autónoma de México un seguimiento continuo de una relación: ganancias corporativas no financieras con la capacidad industrial total en Estados Unidos.

Observamos el peso relativo de esas ganancias –industriales y de servicios no financieros– en el total de la capacidad industrial instalada. Pese a cierto sesgo al no incorporar los activos destinados a los servicios no financieros ni las remuneraciones –siempre crecen menos que los activos–, muestra el vaivén del comportamiento económico de los vecinos. Sobre todo, permite ver la incontrolable sobreinversión en activos industriales de finales de los 80 hasta fines de los 90. Y que presionó fuertemente a la rentabilidad. Esencialmente por la mayor velocidad de la formación de capital respecto de la generación y apropiación de excedente, que desencadenó la crisis de 2008 en adelante, ya con la expansión y explosión del crédito. Asimismo, permite entender la creciente precariedad del empleo y del salario estadunidenses. Me dice Perogrullo: Claro, no importa tanto tener muchos beneficios, sino tener una alta relación con lo invertido. Me dice Perogrullo. Y le creo. Sin duda.