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Debemos todos llegar a decir la verdad
E

nrique de la Madrid, secretario de Turismo, dijo que el próximo presidente de México cometía errores, como querer tener un gobierno barato con malos servicios públicos, por querer construir el Tren Maya con recursos del gobierno y tardar en decidir en torno al nuevo aeropuerto. No es nuevo, ese aeropuerto lleva en construcción cerca de cinco años, y está lejos de terminarse (si la gente tolera que sigan tirando dinero otros años).

En todo caso, si aguantamos que siga, ese trabajo continuará siendo actor principal de la obra. Al mismo tiempo, será más cara y más tardada. Defender los super-pagos a los funcionarios no le va a servir para perpetuar su burocratismo. Ya bastante robaron él y sus compañeros salientes. Y no por esos grandes ingresos hicieron buenas obras, al contrario. Me consta, incluso personalmente, que cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de Gobierno de Ciudad de México nosotros sí éramos eficientes.

Me acuerdo que primero hicimos un hospital en cuatro meses. En el acto de inauguración estaba un funcionario del gobierno federal, con el puesto equivalente en éste, y dijo que le asombraba una obra de ese tipo, cuando a ellos, los del gobierno federal, les tomaba dos años. Luego, con Alejandro Encinas, gobernando el entonces Distrito Federal, hubo una obra similar y también se requirieron cuatro meses para concluirla.

Así que el priísta mencionado al principio de este artículo es el inculto, al ignorar esa historia y otras parecidas que se dieron entonces.

Si bien AMLO ha tenido numerosos aciertos, también debemos ver posiciones en ese futuro gobierno, diferentes en relación con algunos hechos y dichos recientes.

Está preparando que, en áreas que fueron constitucionalmente de la nación, se dieron entregas a empresarios privados mediante licitaciones o concursos. O que mantengan sus derechos, incluyendo pagos y funciones que gobernantes anteriores les entregaron, a veces por muchos años. No respetaron que cuando salieran del gobierno, los que les seguían serían los que tomaran las decisiones. Al contrario, los embarraron en lo que ellos ofrecieron y empezaron a entregar, y ahora quieren que cumpla lo que ellos ofrecieron, tal vez mediante regalos de algún tipo, a las empresas de origen trasnacional.

Por otra parte, el futuro dirigente de Fomento al Turismo, Rogelio Jiménez Pons, dijo (lo leímos el 12 de septiembre pasado en la página 13 de este periódico), que el ferrocarril viajará, por mucho, a 160 kilómetros por hora, debido a que no se puede proyectar un tren rápido por el paso de animales por la zona. El tren no puede ser eléctrico por los cables y será de bajas emisiones.

Para su información, los cables subterráneos para trenes eléctricos son conocidos desde hace décadas. Que la comisión del futuro gobierno que irá a China a principios de noviembre pregunte y verá. Tienen ferrocarriles que operan a 300 y 400 kilómetros por hora Y allá también allá hay animales, y no se cruzan por la vía del tren porque hay medios para evitarlo; desniveles y construcciones que se pueden y deben instalar también aquí.

En China existen vías de ferrocarriles rápidos, hasta de miles de kilómetros de largo, y no les pasan esas cosas. Es posible que se hayan dicho por empresas occidentales que no puedan hacer ferrocarriles que caminen a más de 160 kilómetros por hora y que quieran hacer dinero. Y con la famita de que México es el país de las mentiras y gobernantes que lo han confirmado, pues se atreven a mentir. Lo correcto sería dejar a los mentirosos fuera de cualquier concurso, descalificarlos por decir mentiras.

Por algo se lucha en estos días por mejorar las universidades y en general escuelas superiores, para que salga adelante el país.

Y sería razonable tener funcionarios con más cultura, especialmente en relación con los campos en los que van a trabajar, para que no se dejen engañar.

Incluso desde el punto de vista del turismo, que no debería tener preferencia, por ejemplo, en relación con la industria, no nos deberían limitar a vías entre el Istmo y las zonas del noreste del país. Lo hemos dicho, debería ir también al puerto de Veracruz, de ahí a Poza Rica y su petróleo y con reconstrucción de las plantas petroleras, y de ahí a Ciudad de México. Eso ayudaría a no tener el problema del nuevo aeropuerto. El uso de ferrocarriles de alta velocidad sustitiría a muchos vuelos desde y hacia la capital del país por un lado, y por otro, poco a poco, permitiría que urbes como Veracruz, Acapulco, Guadalajara, Querétaro y demás podrían estar a una o dos horas de distancia del centro de nuestra nación.

Ojalá se rectifique a tiempo esto, y no se sigan cometiendo semejantes errores, que pueden afectar los elementos positivos de la mayoría en sus programas de trabajo.