Pese a que el índice de secuestros denunciados bajó 16 por ciento en lo que va del año, de acuerdo con cifras oficiales, este delito conserva cifras muy altas en el país por varios factores, entre ellos la impunidad en la que queda la mayor parte de los casos, pero también a la diversificación de las actividades de los grupos criminales, indicaron especialistas en temas de seguridad.

De acuerdo con ellos, muchas organizaciones delictivas operan bajo el cobijo que les otorgan las redes de complicidad que han tejido con autoridades y políticos.

Jorge Márquez, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), subrayó que aunque el secuestro es un delito que recibe penas muy severas, existe la idea que en caso de cometerlo quienes lo hacen rara vez son castigados.

Otra característica que influye en este escenario es que los grupos delictivos están mejor organizados y consideran al plagio como una actividad complementaria, cuando por alguna razón no pueden realizar otras a las que también se dedican, como el tráfico de drogas, el robo o la extorsión.

En ocasiones un efecto colateral de la lucha contra el narcotráfico es que los delincuentes se mudan de actividad. El tráfico de drogas es una actividad más sofisticada y que requiere más contactos, mientras que algunos secuestros pueden ser una labor más rudimentaria, aseguró el profesor.

Por su parte, Victoria Unzueta, especialista en temas de seguridad nacional, coincidió en que la persistencia de este crimen obedece en parte a que los grupos de la delincuencia organizada suelen reacomodar las actividades que realizan en función del momento que viven, pero también sus relaciones con los grupos políticos que los protegen y que están en el poder.

Con el cambio de gobierno se transforma la dinámica

Buena parte de la dinámica de los secuestradores tiene que ver con su vinculación con los gobiernos estatales y municipales, por lo que incluso las elecciones inciden en este panorama en la medida en que algunas células criminales pierden el apoyo y la complicidad que tienen por parte de políticos, cuando éstos terminan su periodo de gobierno.

Para ambos expertos el combate a ese delito debe llevarse a cabo a través de una lucha integral contra los grupos que los cometen –sin pensar que únicamente se dedican a una sola actividad–, pero también con una mejor gestión de las cárceles en donde son recluidos los delincuentes y una investigación eficiente de los nexos de complicidad que los ayuda a funcionar.