Su lucha sigue vigente
Viernes 21 de septiembre de 2018, p. 16
Pese a la brutal represión ocurrida en Tlatelolco hace 50 años, el movimiento estudiantil de 1968 nunca fue vencido políticamente y su lucha contra la violencia y el autoritarismo sigue vigente hoy en los jóvenes que demandan erradicar a los grupos porriles de los planteles, señalaron integrantes del Comité 68.
En un foro realizado ayer en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Félix Hernández Gamundi, uno de los dirigentes del entonces Consejo Nacional de Huelga (CNH), recordó –ante un auditorio integrado casi en su totalidad por jóvenes– cuáles fueron las condiciones que propiciaron el surgimiento del activismo estudiantil hace medio siglo.
A pesar de que en ese momento la economía del país funcionaba relativamente bien y existía la sensación de que el acceso a la educación superior podía garantizar la movilidad social, también había un fuerte autoritarismo en prácticamente todas las esferas de la vida pública, lo que llevó a los estudiantes a manifestarse para exigir mayores libertades civiles.
Al cuestionar el modelo presidencialista, rememoró Hernández Gamundi, los jóvenes conformaron de manera espontánea un movimiento pacífico, formado en su mayoría por personas sin ninguna militancia previa que fue aplastado militarmente en Tlatelolco, pero no vencido políticamente.
El integrante del Comité 68 enfatizó que al participar en la Marcha del Silencio convocada por el actual movimiento estudiantil contra el porrismo, sintió enorme orgullo y emoción al ver que los jóvenes de hoy siguen alzando la voz contra el autoritarismo y la violencia, dos herramientas que el gobierno nunca ha dejado de utilizar, sino que incluso las sofisticó
.
El economista y sociólogo Enrique Leff, también ex integrante del CNH, destacó que además de una reacción al autoritarismo del gobierno de México, el movimiento de 1968 también fue producto del ánimo emancipatorio
y de la búsqueda del sentido de la vida de los estudiantes de esa época.
Tomar las calles y manifestarse por más libertades democráticas, recalcó, no sólo era un acto de rebeldía, sino una forma de romper las inercias de un modelo político que oprimía la capacidad de las personas para repensar el mundo.
Ayer también se llevó a cabo el conversatorio A 50 años de la masacre de Tlatelolco: violencia del Estado y derecho a la justicia, en el Museo Memoria y Tolerancia, donde Alan García, representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, aseveró que la causa de las garantías individuales en México no podría explicarse sin el movimiento estudiantil de 1968.
Asimismo, García invitó a recuperar el espíritu reflexivo y transformador de esa generación para analizar la vigencia de las formas de control, las violencias y la opresión que aún subsisten, y resaltó que aunque el México de hoy no es el de hace 50 años, es pertinente preguntarse cuál ha sido y es el rol del Ejército.