Un grito rompió el silencio en el teatro Julio Castillo: ‘‘¡Gracias, Julio!” Siguieron aplausos y los ¡Viva Julio! Así terminó el homenaje que la comunidad teatral rindió al director en su 30 aniversario luctuoso.

Desde las 12 horas del miércoles se inició el acto in memoriam en ese teatro del Centro Cultural del Bosque y culminó después de las ocho de la noche. Recuerdos, anécdotas, y la propuesta de abrir un buzón para recibir los testimonios de todos los que compartieron momentos con Julio Castillo llenaron horas y horas.

Por la tarde se leyeron textos, se habló de la puesta en escena Vacío, basada en el libro Tres mujeres, de Sylvia Plath. En el escenario estaban quienes participaron en esa obra: Jesusa Rodríguez e Isabel Benet, así como Eugenio Cobo Felgueres y Sisu González, los moderadores. En video el testimonio de Paloma Woolrich y Carmen Boullosa.

La actriz Jesusa Rodríguez refirió que Castillo ‘‘supo ver la calle. Para mí los dos genios del teatro son Alfredo Gurrola y Julio Castillo, quien fue un ser humano en su totalidad. No se le puede idealizar porque era un ser humano que entendía a los humanos. Te conducía, pero nunca te violentaba. El actor, para él, no era un títere que manipulaba sino que te dejaba entregarse a él. Fueron cinco años inolvidables. Trabajar con él no era fácil, era bien difícil, pero maravilloso. Fue un personaje antisolemnne”.

‘‘Sentarnos aquí servirá para dar a conocer a los jóvenes a Julio Castillo, un hombre de teatro que marcó un parteaguas”, sostuvo Sisu González, quien organizó esta jornada junto con Cobo Felgueres, Roberto Sosa y Juan Cristóbal Castillo, hijo del homenajeado.

Isabel Benet dijo que le gustaría continuar con el método actoral legado por Julio Castillo. ‘‘He impartido algunos talleres, me dediqué a estudiarlo lo más que pude y es el legado que puedo dar: esa parte pedagógica de su trabajo”.

Revelador de esencias

Julio Castillo, recordó Jesusa, ‘‘decía que el teatro es revelador de esencias. Siempre dijo que el mejor método es el que inventas por ti mismo”.

Al terminar esa mesa, se proyectó el video de Vacío, del cineasta Rafael Corkidi y recuperado para este homenaje. ‘‘Es un material que tiene 38 años y sufrió muchos avatares. Salvador Perches lo rescató. Hubo que editarlo, rescatarlo y medio restaurarlo”.

Siguieron las palabras que Jesusa Rodríguez leyó el 19 de septiembre de 1988, en el funeral de Julio Castillo. Roberto Sosa comenzó a leer:

“Dulce Julio, ten piedad de
nosotros.
Tú que eres sabio y nos enseñaste
tiernamente a disfrutar de lo
simple,
a reírnos de todo y a reírnos
mucho…
Julio dulcísimo, creador de lo
imposible,
tus ojos asombrosos, ojos de mar,
estrellas implacables,
soles enceguecedores, (…)’’

Siguió Jesusa en el video que se grabó aquel día:

‘‘(…) gracia divina de tus ojos
brutales,
Tus ojos directores, tus ojos tan
azules, ojos maestros.
Esa mirada irrepetible seguirá
iluminando nuestro camino
oscuro;
Te expandiste como las plantas,
con semillas, en la siembra de
imágenes
Con las que fecundaste al mundo
y en el amor que como flores
prodigaste.

‘‘Julio adorado, Julio de todos y de cada uno, tu arte es perfecto, es decir, plenamente cumplido. Tu fuerza es el rigor sin el cual no hay belleza, la firmeza sin la cual no hay justicia. Fuerza y justicia eran tan sólo un instrumento bien afinado en tus manos, donde toda miseria, toda brutalidad debía suprimirse, como otros tantos insólitos al hermoso cuerpo de la humanidad.

‘‘Amadísimo Julio, el teatro a partir de hoy se asemeja a las alas desmanteladas de un enorme castillo, cuyos habitantes venidos a menos nunca alcanzarán a ocupar. Amado de los dioses, Julio Castillo (…)’’

El actor Roberto Sosa en vivo terminó el escrito por Jesusa Rodríguez: ‘‘tocado por la gracia que a muy pocos elige, sabemos que hoy te fundes con los astros que quisieron ser botones de tu chamarra, la luna que soñó ser parte de tu gorra, el sol que se paseaba en tus brazos. La avariciosa muerte que te roba con su violencia indebida y de la que tú, te escapas como la arena del viento, porque vives y vivirás siempre en lo que viste. Amor, tú que supiste de lo que se trataba, ten piedad de nosotros y déjanos tus ojos”.