Una nueva edición de Confabulario, con prólogo de Jorge Luis Borges y epílogo del poeta Eduardo Lizalde, así como un libro que compila poemas y acuarelas de Juan José Arreola, titulado Perdido voy en busca de mí mismo, y otro más, Juan José Arreola: iconografía, testimonio gráfico de los momentos más destacados de la vida del también actor, juglar y editor, son iniciativas editoriales del Fondo de Cultura Económica (FCE) para conmemorar el centenario del natalicio del escritor, adelantó su director, José Carreño Carlón.

‘‘Vamos a publicar Confabulario total, con el prólogo de Borges”, dijo. El autor argentino retrata a Arreola: ‘‘Creo descreer del libre albedrío, pero si me obligan a cifrar a Juan José Arreola en una sola palabra que no fuera su propio nombre, esa palabra estoy seguro sería libertad. Libertad de una ilimitada imaginación regida por una lúcida inteligencia. Desdeñoso de las circunstancias históricas, geográficas y políticas. Arreola, en una época de recelosos nacionalismos, fija su mirada en el universo, en sus posibilidades fantásticas. Que yo sepa, Arreola no trabaja en función de una causa y no se ha afiliado a ninguno de los pequeños ismos que parecen fascinar a las cátedras y los historiadores de la literatura. Deja fluir su imaginación para deleite suyo y para deleite de todos”.

En el epílogo, Lizalde cierra: ‘‘En verdad la obra de Arreola es una de las rarezas que la literatura de la lengua española expondrá siempre entre sus mayores orgullos”.

Iconografía sobre el autor

De modo paralelo a su prosa están sus versos, lo cual fue para él una actividad intermitente. Sin embargo, el lector curioso hallará sonetos y no pocas décimas de notable factura, donde casi siempre campea el espíritu lúdico del autor en el libro Perdido voy en busca de mí mismo: poemas y acuarelas (cuya presentación está aún por confirmarse), mientras una muestra con dichas acuarelas se inauguró ayer en la librería Rosario Castellanos (Tamaulipas 202, Hipódromo Condesa), dijo Carreño Carlón.

Perdido voy en busca de mí mismo es una compilación de su hijo Orson Arreola. ‘‘Juan José no se propuso pintar de manera profesional, trazar con pinturas el papel fue una suerte de terapia para atemperar su angustia y sus obsesiones, para liberar sus demonios y fantasías. En sus acuarelas el espacio pictórico está intervenido por la cita de cuadros y poemas, por la escritura como un elemento de la pintura”.

Asimismo, se publicará una iconografía, selección fotográfica a cargo de Alberto Cué García, la cual ilustra la infancia de Arreola en Zapotlán, la experiencia teatral de su juventud, sus relaciones familiares y amistades, su paso como director fundador de la Casa del Lago, que hoy lleva su nombre, y su consagración como figura pública en la última etapa de su vida.

El recorrido gráfico incluye dos textos introductorios escritos por Orso Arreola y Felipe Vázquez.

En 1985, en el homenaje que se rindió al escritor en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, su amigo Salvador Elizondo (1932-2006) dijo que Juan Jos´r Arreola no podría ser nunca calificado como un retórico y sí como uno de los escritores más importante de nuestro tiempo. Su obra es como un acto de magia, un acto de caridad dirigido a los humillados y ofendidos. Dicen que Cervantes y Goethe tuvieron también el secreto de esa alquimia que encuentra el oro en el texto.