La nueva estrategia Agroalimentaria
n la transición, los lineamientos relativos a la actividad agropecuaria van perfilando una estrategia agroalimentaria que si se concreta tendrá un enorme impacto positivo para los productores, los consumidores y el país
La situación actual
Con cifras del sexto informe de gobierno, la producción de granos básicos en 2017 (Gráfico 1) se compara como sigue:
Maíz.- La producción ascendió a 27,762 millones de toneladas (mt), -1.7% abajo de 2016. Año máximo 2008: 24,410 mt.
Trigo.- 3,504 mt, -9.3% inferior a 2016. Año máximo 2008: 4, 214 mt.
Frijol.- 1,184 millones de toneladas, 8.7% sobre 2016. Año máximo 2002: 1,549 mt. Arroz.- 266 millones de toneladas, 4.5% sobre 2016. Año máximo 1985: 808 mt.
Soya.- 433 millones de toneladas, -26.3% abajo de 2016. Año máximo 1985: 929 mt.
El indicador de insuficiencia productiva compara la importación como porcentaje del consumo nacional. El comparativo 1985-2017 (Gráfico 2) indica deterioro:
Maíz.- En 1985 se importó el 17.8% del consumo y en 2017 el 37.0%,
Trigo.- En 1985 el 9.7% y en 2017 el 61.9
Arroz.- En 1985 el 27.2 y en 2017 el 86.9
Soya.- En 1985 el 61.7 y en 2017 el 90.9%
Frijol.- En 1985 el 16.4 y en 2017 el 11.9
De los productos pecuarios básicos, en 1985 México era prácticamente autosuficiente en todos, pero en 2017 importa el 9.9 de la carne de bovino consumida, el 15.1 de aves, y el 39.6% de porcino (Gráfico 3); de la leche de vaca importamos el 19.6%, y sólo en huevo mantenemos autosuficiencia.
Como se aprecia, salvo en frijol (y huevo) la insuficiencia en estos básicos es cada vez mayor. Para revertir esta situación y acercarnos a la autosuficiencia es necesario de inicio arraigar en el país vía precios remunerativos los productos de alta calidad ahora exportados, así como asegurar una producción que aumente mucho más rápido que el consumo.
Parámetros del cambio
Entre los elementos fundamentales que van perfilando la nueva estrategia están:
Autosuficiencia.- Elevar la producción de básicos hasta lograr un abasto y una seguridad alimentaria equivalente al consumo, y superior para exportar excedentes.
Soberanía alimentaria.- Más allá de la autosuficiencia, recuperar la soberanía en materia alimentaria implica incidir en la calidad de los alimentos naturales de producción interna e importados que debe ser óptima en materia sanitaria (sin transgénicos, tóxicos, hormonas, anabólicos, químicos a cualquier sustancia dañina a la salud). Esto es válido desde luego para todos los alimentos procesados que, casi en su totalidad en manos de transnacionales, suelen gozar de una permisividad gubernamental que ha significado una verdadera degradación alimentaria y es causal de múltiples trastornos (ya epidémicos) de salud.
Precios de referencia o garantía que retribuyan a los productores del campo su trabajo y permitan capitalizar al agro para su eficiente reproducción. Bien podría el gobierno entrante convencer al saliente para que desde ya todos los productos a punto de cosecha empiecen a tener mejores precios (por ejemplo de 5 mil pesos por tonelada de maíz), pagos que debe absorber el segmento intermediario sin afectar los precios al consumidor.
Reestructuración institucional.- Sanear y redireccionar la operatividad de Sagarpa y otras instituciones relacionadas como se ha planteado será un primer paso fundamental para potenciar al campo, mejorar el ingreso y la productividad rural, los insumos, apoyos y toda la cadena productiva. Pieza clave será el nuevo organismo de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), una especie de Conasupo siglo XXI, que bajo la dirección anunciada constituirá un mecanismo vital de reordenamiento para un campo agobiado y un consumidor inerme.
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