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Ver día anteriorLunes 17 de septiembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La cuarta transformación
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no de los compromisos más difíciles de cumplir para Andrés Manuel López Obrador, como presidente de la República, es sin duda su famosa cuarta transformación, no sólo por su carácter abstracto (para un gobierno específico), sino por lo difícil que el mismo Andrés Manuel López Obrador la ha puesto, por lo alto que él mismo elevó su vara de medición: no se trata simplemente de hacer mejor las cosas, sino de hacerlas dejando a su paso una huella histórica, marcando en la historia del país un punto de referencia, algo nuevo, transformador al punto de que Mexico sería uno y otro después de esa cuarta transformación.

Independencia, Reforma y Revolución: son suficientes los nombres para percibir la importancia de cada uno, el radicalismo de todos ellos que, en efecto, transformaron al país. Un cambio de ese calibre, en pleno siglo XX, seguramente no resulta fácil ni es inminente, pero como propuesta de un político resulta admirable por su propia dificul-tad, por la arista utópica que sugiere y por el tremendo esfuerzo que supone llevarla a cabo; no sólo en el aspecto político, sino en el intelectual; es de-cir, por el elemento visionario que necesariamente contiene, por el perfil irrealizable que supone.

Y la mejor muestra es que sus críticos actuales, detractores majaderos de ayer, se remiten siempre (o casi) a lo irrealizable de las aspiraciones de López Obrador, tachándolo hasta de mentiroso. Y ahí es precisamente donde se percibe la diferencia, la superioridad intelectual de quien concibe al país en proceso de ascenso, en espiral, de aquellos que se conforman con entenderlo como un objeto casi fijo, inamovible (siempre más de lo mismo) al que se aplican las fórmulas más simples del utilitario económico, social y político.

Por lo pronto, esa superioridad intelectual quedó de manifiesto en las pasadas elecciones, en que López Obrador triunfó abrumadoramente. Sí, dirán sus críticos, pero ahora veremos qué pasa en la realidad del gobierno (muy distinta a las promesas de campaña). Sí, tienen la razón, lo veremos entonces.

En el discurso que pronunció en su cierre de campaña, López Obrador detalló algunos aspectos de su famosa transformación, que incluirá desde el rescate al campo y reducir la desigualdad hasta tener una auténtica democracia y juzgar al presidente en funciones por delitos de corrupción.

En esa ocasión sostuvo: Con base en lo logrado buscaremos emprender una transformación pacífica y ordenada, sí, pero no por ello menos profunda que la Independencia, la Reforma y la Revolución; no hemos hecho todo este esfuerzo para meros cambios cosméticos, y mucho menos para quedarnos con más de lo mismo.

Y añadió: “Lograremos un auténtico Estado de derecho, en el entendido de que al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie, y ésta es una de las claves que propicie el cambio profundo del tabasqueño. A ello se le suma que bajo su gobierno nadie será espiado y habrá un cambio radical del Cen-tro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).

Los próximos seis años habrá respeto a las distintas ideas y religiones, además se garantizará el derecho a disentir. Su idea es establecer una auténtica democracia y garantizar elecciones libres; el Congreso recibirá una iniciativa para que los delitos electorales se conside-ren delitos graves y así poder enviar a la cárcel sin derecho a fianza a fun-cionarios, dirigentes de partidos y ciudadanos que violen el principio de sufragio efectivo.

Además de proponer acabar con la corrupción, afirmó que nadie gozará de impunidad, lo que incluirá no sólo a sus colaboradores, sino incluso a sus familiares. Por otra parte, pretende reformar el artículo 102 de la Constitución a fin de que el presidente en funciones pueda ser juzgado por corrupción.

Y como el pueblo pone y el pueblo quita, su mandato será sometido a consulta cada tres años para conocer si la ciudadanía aún lo quiere en el puesto. Otro de los cambios radicales que hará es bajar su sueldo y el de los altos funcionarios de su gobierno. El objetivo de esta medida es conseguir que el salario de quienes menos tienen pueda subir. Tal aspecto esta ya en proceso. La cuarta transformación incluye también eliminar los lujos del gobierno como vivir en la residencia oficial de Los Pinos, dejar de usar el avión del Presidente, así como los servicios del Estado Ma-yor Presidencial.

Además, dijo que cancelará la pensión a todos los ex mandatarios (también ya en proceso), por lo cual, cuando pase a engrosar dichas filas, López Obrador tampoco contará con ese estipendio que se les entrega actualmente a los antiguos gobernantes.

Dijimos que el rescate del campo es sin duda una de las grandes necesidades del país, por lo que será una prioridad para su gobierno, al igual que lo será impulsar la industria de la construcción y al sector energético, luz y petróleo.

Aumentar al doble la pensión a adultos mayores, darles atención médica y medicamentos gratuitos, mejorar la calidad de la educación (hasta el punto de cambiar 100 por ciento la fallida de Peña Nieto) y asegurar lo mejor de la nueva reforma a los niños y jóvenes del país, son otros elementos claves que formarán parte de la cuarta transformación.

Y todo ello, enfatiza López Obrador, sin violencia ni intervenciones armadas, como ocurrió en su momento con las otras grandes transformaciones de México.