l 28 de agosto pasado pobladores de Santa María Colotepec y San Pedro Mixtepec, en el sur de Oaxaca, descubrieron muertas más de 300 tortugas golfinas adultas. Se trata de una especie protegida por las leyes mexicanas, pues se encuentra en peligro de extinción. Cada año en esta época llegan a desovar a la costa oaxaqueña más de 13 mil tortugas. Lo hacen especialmente a Playa Escobilla, donde depositan más de un millón de huevos. Apenas uno de cada 10 se convierte en un nuevo ejemplar.
Inicialmente las autoridades locales y Protección Civil del estado informaron que las tortugas quedaron atrapadas en una red que utilizan embarcaciones atuneras. Por su parte, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) dijo investigar lo ocurrido y, en contradicción con lo dicho por las autoridades oaxaqueñas, aseguró que la muerte masiva fue por una “red de pesca ribereña’’. Poco después, Nereo García, delegado en Oaxaca de la Profepa, reafirmó lo anterior y descartó así que fueran las redes de barcos atuneros o camaroneros las causantes de la tragedia.
Como es costumbre, las instancias oficiales anunciaron que investigarían a fondo hasta dar con los culpables. Se trata de un delito federal que se castiga hasta con nueve años de prisión. En eso están. Una pista muy importante que debieran seguir es que la red agallera
donde quedaron atrapadas las tortugas está prohibida por las autoridades, pero los pescadores locales las utilizan para capturar varias especies, como sierra o tiburón.
No solamente en Oaxaca mueren tortugas. También, en las costas del Golfo de México, donde desovan las especies verde, lora, carey, caguama y laúd, todas en peligro de extinción. Donde más mueren es en la costa de Veracruz. La última muerte masiva ascendió a 150. Y por si no bastara lo anterior, hace dos semanas se realizó una fiesta VIP en la isla Salmedina, perteneciente al Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano, área natural protegida. La autoridad ambiental federal descubrió botellas de cerveza, cubiertos y vasos de plástico, popotes, colillas de cigarros y restos de material pirotécnico. Y lo peor: los cerca de 30 asistentes subieron a las redes sociales escenas donde se divertían con tortugas recién nacidas. La Profepa informó que sancionará con todo el peso de la ley a los organizadores de dicha fiesta. Pero hasta hoy, nada. En isla Salmedina varias instituciones de investigación y gubernamentales resguardan en esta época los nidos de tortuga carey.
En tanto, fueron decomisadas en el aeropuerto internacional de Tijuana dos jaulas metálicas que contenían 80 iguanas verdes, protegidas por las normas oficiales mexicanas por estar en peligro de extinción. Llegaron en un vuelo comercial procedente de Ciudad de México. Ningún detenido por este delito. Y en Acayucan, una noticia ganó las primeras planas de los diarios al crimen organizado: dos monas aulladoras murieron tras horas de agonía, después de ser abandonadas en avanzado estado de deshidratación. Estaban infestadas de parásitos, con signos de maltrato y hay indicios de que fueron despojadas de sus crías, pues estaban en la última etapa del periodo de lactancia. Esta espe-cie de primates se haya en peli-gro de extinción y protegida des-de 2010 por una norma oficial mexicana. Abundan las versiones sobre lo ocurrido, pero aún se desconoce quién o quiénes cometieron los delitos previstos en la ley. En redes sociales se muestra a personas con pequeñas crías de monas aulladoras.
Y para concluir con este breve resumen de atentados contra los animales, la policía capitalina decomisó en el mercado Emiliano Carranza, localizado en la delegación Venustiano Carranza, 23 cocodrilos, 20 pejelagartos, 74 tortugas, 33 cangrejos, 13 iguanas y una víbora pitón. Desde hace tiempo en ese mercado es posible comprar animales exóticos
. Es uno de los puntos finales del tráfico de especies en la capital del país. Las autoridades dijeron que investigan el asunto. Pero como en otros casos de tráfico de animales en peligro de extinción, los que manejan ese próspero negocio siguen libres.