Sábado 8 de septiembre de 2018, p. 4
Moscú. Uno de los pintores más grandes que ha dado México en el siglo XX y comienzos del XXI, Ricardo Martínez, por alguna extraña razón inexplicable es poco conocido en su patria y fuera de ella.
Para poner fin a esta injusticia, que no se corresponde con la calidad de la obra del artista fallecido en 2009, la Fundación Ricardo Martínez de Hoyos AC, creada por sus hijos Zarina, Ricardo y Pablo para resguardar y promover su legado, organizó –en ocasión del centenario de su natalicio, que se conmemorará en octubre– varias actividades este año.
En ese contexto, la embajadora de México, Norma Pensado, y Zarina, hija del pintor, Zarina, presentaron este jueves –en la Feria Internacional del Libro de Moscú– Ricardo Martínez: a cien años de su nacimiento, una obra que aún no circula en México y que los bibliófilos rusos o de cualquier lado, sin exagerar, podrán lucir con orgullo en sus colecciones.
Editado en español e inglés, con relatos que ponen de relieve el aspecto más humano del maestro e ilustrados con imágenes de cuadros inéditos, que no han estado expuesto, el libro –que para los lectores mexicanos tendrá una presentación oficial en el Palacio de Bellas Artes el 27 de octubre siguiente– resultó un descubrimiento para el conocedor público moscovita, que se dio cita en el stand de la Cámara Editorial de Rusia.
‘‘Este libro conmemorativo –explica Zarina a La Jornada– es un proyecto de la Fundación, pues ha sido idea nuestra y la hemos financiado con dinero propio, no hemos recibido subsidios de nadie y el único ingreso que tenemos es el de los certificados de autenticidad, y eso nos da para los gastos más inmediatos. Queríamos mostrar aspectos nuevos, y por eso pedimos que colaboraran a gentes del medio, historiadores del arte, curadores.”
Zarina Martínez, quien durante varios años se desempeñó como agregada cultural en la misión diplomática mexicana en Moscú y aquí estudió su doctorado en letras, quiso que la promoción internacional de este libro dedicado como homenaje a Ricardo Martínez comenzara precisamente en este país, que conoce a la perfección y donde tiene muchos amigos. No es casual que una importante editorial local esté interesada en publicarlo en ruso.
Existe un enlace afectivo entre el pintor y Rusia que relata su hija: ‘‘Cuadros de Ricardo Martínez se han exhibido aquí como parte de la gran exposición, a fines de los años 50 del siglo XX, que se tituló Obras Maestras del Arte Mexicano y que (el museógrafo y curador) Fernando Gamboa movió por toda Europa y trajo al Pushkin de aquí (Moscú) y al Ermitage de San Petersburgo, entonces Leningrado”.
Y continúa: ‘‘El año pasado, encontré un cuadro que había estado buscando y que de pronto apareció en la Galería de Arte Internacional del poeta Yevgueni Yevtushenko en Peredelkino. Resulta que en el marco de los Juegos Olímpicos, en 1968, llegó a México el poeta ruso y pidió visitar a mi padre. Hicieron muy buenas migas y mi padre le regaló Mujer en verde (1967), un cuadro muy bonito, que es el único de él que hay en este país”.
Actos conmemorativos en recintos de México
En el marco de la conmemoración del centenario del pintor, comparte Zarina, están programadas –con la colaboración de instituciones gubernamentales y del sector privado– una muestra en Ciudad de México de obra desconocida para el gran público y de otra exposición Ricardo Martínez: la figura humana de 19 cuadros de gran formato, de fines de los 90 hasta 2006, que en agosto anterior se presentó en Mérida e irá a San Miguel Allende, Durango y probablemente Morelia.
Asimismo, el 28 de octubre –fecha del nacimiento del maestro– el Canal 22 tiene previsto estrenar Recordando a Ricardo Martínez, un documental de una hora; se editará una tarjeta conmemorativa para el sistema de transporte colectivo de Ciudad de México; y habrá una exposición en el Museo del Palacio de Bellas Artes que se va a inaugurar el 22 de noviembre, estará abierta al público hasta febrero y de ahí va a itinerar por el país.
El maestro dejó cerca de 2 mil 500 obras, de las cuales ya la mayor parte está debidamente catalogada y las fichas están siendo integradas a la base de datos de arte iberoamericano del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, pero aún no tiene en Ciudad de México ningún recinto propio.
‘‘Tuvimos –recuerda Zarina– un proyecto que se iba a llamar Centro Cultural Ricardo Martínez en el antiguo cine Variedades, ya teníamos todos los planos arquitectónicos y hasta una maqueta, pero cuando se terminó la administración de Marcelo Ebrard (entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México), de repente desapareció el proyecto por arte de magia y fue imposible rescatarlo, nadie sabía absolutamente nada. El proyecto sigue abandonado e incluso el edificio está vacío y lleno de grafitis.”
La Fundación seguirá insistiendo en que Ricardo Martínez tenga un museo donde se puedan exponer sus obras, así como la colección de piezas prehispánicas que reunió a lo largo de su vida y su biblioteca de libros de arte.
‘‘Es necesario ese museo para que se conozca más la obra de mi padre, un artista que es muy importante, que va más allá de lo mexicano, que tiene carácter universal y merece un amplio reconocimiento”, considera Zarina Martínez.