Kalimán: El cerebro maestro de la historieta
El que domina la mente lo domina todo. Kalimán
La voz de un increíble
reado por Rafael Cutberto Navarro Huerta y Modesto Ramón Vázquez González, el personaje de Kalimán se creó para una radionovela lanzada en 1963. La emisión tuvo muy buen éxito en México, escalando a toda Latinoamérica. De hecho, se afirma que había países que suspendían actividades mientras la frecuencia radial tenía sus aventuras al aire. Los actores con la responsabilidad de dar voz a los personajes centrales eran Luis Manuel Pelayo, como Kalimán, y Luis de Alba, como Solín. Hace unos años José Vázquez, sobrino del argumentista Modesto Vázquez, aseguró que el proyecto original pretendía narrar las aventuras del niño Solín descendiente de faraones
. Su condición estelar ante una narrativa que ya pretendía usar ejércitos, grandes villanos, hechiceros, guerreros, bestias, etcétera, terminó por inducir la creación de un caballero protector
. De inmediato, el hombre del turbante se quedó con el protagónico, aunque Solín siempre tuvo seguidores (y hasta rola de La Maldita Vecindad, hablando de los Solines
faquires de barrio).
La producción mostró genialidades técnicas con efectiva música y efectos sonoros selváticos (abundaban rugidos, canto de aves, el fluir de ríos, viento, ramas entrechocando, etcétera), además de timbales, platillos, maderas quebrándose… hecha con gran creatividad y sólidos argumentos, Kalimán hablaba de un hombre de gran poder mental, estructura física de imponente musculatura y un sentido del honor sin igual, perteneciente a la dinastía de la Diosa Kali y sólo empleaba su daga para acciones prácticas, sin pensarla como un arma; mientras que Solín era un niño egipcio (nunca se aclaró cómo estaba el linaje para que tuviera ancestros faraones) muy inteligente y apoyo fundamental para el héroe, si bien solía meterlo en problemas. Las cosas ocurrían en lugares ficticios de la India. Mezclando ritos orientales, leyendas varias e historias fundadoras de corrientes religiosas, Kalimán era un príncipe desterrado (puesto en canasto en el río… lo que no era muy original pero sí efectivo en la concepción espiritual
del personaje) debía ser instruido y protegido por cazadores, al ser considerado una amenaza para los todopoderosos gobernantes. Como un rebelde político, un luchador social, un guía espiritual y un defensor de causas justas, Kalimán, llamado El hombre increíble, no podía sino tener seguidores en cada radioescucha.
La impresión de un alma
La radionovela se adaptó para la historieta en 1965. Se esperaba que triunfara, pero nadie sospecharía que seguirían 26 años de publicación regular con mil 308 números editados consecutivamente (con reimpresiones y antologías, la cifra ronda los mil 400 volúmenes). La revista (impresa en sepia, como los seriales exitosos del dibujante y editor José G. Cruz) marcó una época absoluta en el medio editorial y alentó la fantasía de varias generaciones. Se dice que históricamente se han vendido más de mil millones de ejemplares en México y el extranjero. El alma del extraordinario y noble Kalimán, quedaría impresa en el gusto colectivo de un país fascinado por el exotismo y los senderos misteriosos, aceptando la aventura como predominancia de la historia en que se apoyaba por partes, ya que geografías, eras y costumbres, solían ser solamente el resorte primario para poner al héroe a engallarse con gran espíritu contra amenazas terrenales, ultraterrenas, esotéricas, alienígenas…
Una serie de dibujantes se encargarón de ilustrar las historias, aunque fueron René del Valle (el responsable del primer diseño) y Leopoldo Zea Salas, quienes lo dibujaron con mayor fortuna y por más tiempo. La diferentes curvas dramáticas en su entreverada crónica narrativa, podían dar giros sorpresivos en las condiciones en que Kalimán recuperaba su reino arrebatado y después decidía proseguir su sendero de grandeza filosófica y ejecución práctica de ayuda a los necesitados, alejándose de las guardias con elefantes y lujos innecesarios para su felicidad. Es interesante la versión de 1969 La leyenda de Kalimán, El hombre increíble (con no malos trazos de Zea Salas), donde en sus primeros meses es un sobreprotegido príncipe heredero, quien de pronto quedaba a merced de una cobra en pleno aposento imperial. Con inicial espanto e impacto posterior, los presentes veían al bebé apaciguar y dominar mentalmente al ofidio amenazador.
Varias series tuvieron gran calidad gráfica y de argumento, como El Tigre de Hong Kong, donde las cosas parecen salirse del carril cuando el héroe dice no creer en la magia. La razón es que quieren darle gato por tigre
en elaborado plan villanesco en el que se emplean garras de tigre para cometer crímenes. Es también curioso que aparezca una buena parte de la historia sin su habitual turbante, mismo que retiene la gema con su insignia: la K de Kalimán.
El viaje astral y la esquina contraria
Telepatía (llegado el caso también telequinesis), hipnotismo o detener el corazón ( actus mortis) para fingirse muerto y preparar el escape, son sólo algunos de los ases que el héroe domina, para no enlistar que puede ser jinete excelso, nada como campeón olímpico y mucho más. Pero quiza lo más sorprendente entre todas sus virtudes es el de ejecutar El viaje astral
. Es decir que Kalimán puede ir en el tiempo como requiera el caso a resolver o el límite del peligro, de manera que, digamos, mientras está encerrado en una caja que saldrá para China, su mente puede hacer viaje independiente para visualizar las posibilidades de escape y el camino que toman los villanos en fuga.
Claro que tamaños poderes cantarían victorias fáciles contra cualquier rufián de tercera, por lo que los argumentistas idearon una caterva de malosos de todas las corrientes, razas, alcances bélicos, financieros desbordados, asesinos infalibles y hechiceros terribles con los que El hombre increíble tuviera que meter el extra para ver el día siguiente. Entre los más asiduos e interesantes estuvieron el artista de circo Martin Luther Araña Negra y Namilak, el doble de Kalimán con el nombre al revés, con imagen y atuendo gemelos y que sólo tenía los tonos más oscuros en el traje (como adversario del ajedrez, blanco contra negro, y que en los lapsos del cómic en color sería gris contra el blanco del héroe). Todo se podía porque cuando el sustento histórico no cuadraba o no había suficiente soporte verosímil, entonces podía tratarse de un acto de magia
, descendiente de antiguos hechizos
…
Kalimán de gran formato
En 1972, el efectivo y prolífico cineasta Alberto Mariscal (con trabajos de todo tipo, pero en particular reconocimiento en el western), dirige la llegada del personaje al cine con Kalimán. El hombre increíble, con un guion de Víctor Fox (en realidad el seudónimo de Víctor González Dueñas, mismo que empleaba en la producción radiofónica original), quien adaptó un guion original de radionovela para el episodio Profanadores de tumbas. Con fotografía del experimentado Rosalío Solano, la película fue un taquillazo a la altura de los éxitos del serial radiofónico y la historieta.
Con imponente producción que repasa Egipto por El Cairo, Luxor, Alejandría, Giza, etcétera, el gran personaje de Kalimán llegó al cine bajo la dirección de Alberto Mariscal y el actor estadounidense Jeff Cooper en el papel estelar. Para que no haya menor duda del poder de Kalimán, éste abre las reyertas fílmicas generando un eclipse total de Sol. Tomado por brujo, se gana el respeto de los rufianes. A partir de ahí vienen encuentros cuerpo a cuerpo y de enfrentamiento síquico
con mentes criminales, en donde Kalimán demuestra ser dominador de artes marciales, hipnotista, reflexivo filósofo y lector de jeroglíficos. La película se condimenta con la supuesta confirmación de que la sabiduría egipcia fue heredada por una gran civilización extraterrestre, hecho confirmado por la presencia de Mateo (Roberto Dumont), un alienígena enfachado
como paisano egipcio, y quien se muestra en momentos clave de la trama. También hay momias y un reparto competente con histriones como Carlos Cardán, Susana Dosamantes, Adriana Roel, Charles Fawcett, Jorge Radó, y Chano Urueta.
Pero la voz de Kalimán tenía dueño y hubiera sido imposible remplazarla por su calidad, pero también por la familiaridad que la gente tenía al escuchar al personaje. El hombre que daba forma al personaje del turbante sólo podía ser Luis Manuel Pelayo. Gran actor de comedia (fue el mayordomo Sócrates, asistente de Mauricio Garcés en la saga del galán), conductor televisivo de gran éxito ( ¡Sube Pelayo sube!), maestro del doblaje (siempre se recuerda su voz como la pantera Bagheera en la versión de Disney de El libro de la Selva; Wolfgang Reitherman, 1967), trascendió como la voz del místico Kalimán. Bruno Rey y Eduardo Alcaraz hicieron otros doblajes, sin quienes la intencionalidad histriónica de los actores no funcionaría. Por otro lado, las cintas del héroe cambiaron de intérprete para el personaje de Solín. En la primera cinta (1972) se trata del actor español Nino del Arco (recordado por su aparición en Por unos dólares más; Sergio Leone, 1965), mientras que en la segunda lo hizo el actor mexicano Manolo Bravo Manolito, quien hizo varios filmes populares en México como Capulina contra los monstruos (Miguel Morayta, 1974).
En 1976 llegó la secuela Kalimán en el siniestro mundo de Humanón, también irregular, pero dotada de técnicos y elenco capaces, como Alex Phillips Jr. en la dirección de fotografía. La historia pone a Kalimán viajando a Brasil para integrarse al Congreso de Parasicología. Se encuentra con que hay sectas de brujos radicales
que pretendían boicotear el bendito congreso. Científicos han desaparecido y queda en manos del llamado Hombre Increíble resolver el misterio. Humanón llega hasta a encapucharse como líder del Ku Klux Klan, usa capa con símbolo atómico estilizado en la espalda, tiene fieras y aves predatorias en su corte, jaulas con zombies golpeables, enanos variados, usa tótem apache (tribu zombie incluida) con luz ámbar en el ojo y prohíbe que alguien además de él piense (!). La ensalada es complicada, pero se digirió bien entre los seguidores, que de hecho se quedaron esperando el cierre de la trilogía, cosa que no hizo falta para que Kalimán asegurara su sitio en una tercera industria del entretenimiento.