Especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) alfabetizan a adultos mayores con tecnologías digitales, para lo cual desarrollaron Alf@bit, un sistema de aprendizaje para que las personas no se sientan juzgadas por no saber leer o utilizar esas herramientas.

Sylviane Levy Amselle y Marina Kriscautzky Laxague, de la Dirección General de Cómputo y de tecnología de Información y Comunicación (DGTIC), comenzaron a trabajar en el sistema desde hace tres años.

Los usuarios son aquellas personas que no tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela e hicieron una vida sin saber leer ni escribir, y ahora, al llegar a cierta edad, se sienten más excluidos porque además no saben usar un teléfono celular o una tableta, señaló Levy.

Kriscautzky Laxague explicó: Alf@bit es un software descargable que puede ser instalado en una computadora y no requiere Internet para funcionar.

Sistema amigable

Para su utilización se diseñó una plataforma amigable que simula, por ejemplo, ser la carta de una hija en Estados Unidos a su madre en México, pidiendo una receta o las instrucciones para comprar materiales.

Lo anterior permite al usuario identificar las palabras, sonidos, letras, y al mismo tiempo perder el miedo a apretar las teclas, usar el mouse o cambiar la pantalla de la computadora.

Durante el Coloquio del Centro Virtual de Computación (CViCom) 2018, organizado para celebrar el 60 aniversario del cómputo en México, las universitarias indicaron que la plataforma fue probada de forma experimental en el Instituto Tecnológico Nacional de México, en Huauchinango, Puebla, donde fueron atendidas una decena de adultos mayores que viven en alrededores de la escuela, así como a una veintena de niños analfabetos de entre 12 y 15 años.

Los educadores informaron que utilizaron en forma correcta el software en 80 por ciento de las clases y no hubo deserción.

Todos aprendieron a utilizar las computadoras y reforzaron el conocimiento y su confianza al estudiar. Logramos crear un espacio donde los adultos no se sintieron juzgados e interactuaron libremente sin la mirada de alguien que les dijera que están bien o mal, añadió Kriscautzky Laxague.